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Capítulo 404: La Muerte De Un Ángel

La Muerte De Un Ángel

—Tengo una pregunta para ti —dijo Tanque suavemente, envolviendo mi hombro con su brazo mientras veíamos a Obispo alejarse.

—Dispara —respondí, preguntándome si Obispo tendría la capacidad de llevar a cabo su plan. Una cosa era hacerlo como ángel, pero era algo completamente diferente hacerlo como hombre. Como hombre, el tipo era propenso a la muerte como todos nosotros.

Me preguntaba si él recordaba eso.

—¿De qué estaban hablando tú y esa mujer? —preguntó Tanque después de un momento—. Estaba demasiado lejos para poder escuchar la conversación.

Miré al sabueso mientras prácticamente envolvía su cuerpo alrededor del mío. Era casi como si no quisiera arriesgarse a que me pasara algo.

—Le ofrecí cuatro caminos —me encogí de hombros. En el segundo en que Obispo desapareció, me di la vuelta y comencé a caminar por la carretera hacia el santuario.

—¿Cuáles eran? —murmuró Tanque, siguiéndome sin soltarme realmente.

—El primero era que todo siguiera como siempre. Nada cambiaría, pero la jungla no los tocaría.

Tanque asintió con la cabeza mientras miraba hacia adelante.

—El segundo era que podía pedir un deseo, cualquier deseo, y no le cobraría por ello. —Sobre ese no pude evitar sonreír. No le había dicho que era un deseo gratis, pero debo decir que me hizo muy feliz cuando no eligió esa opción.

—El tercero era que la convirtiera en un demonio completo. Tendría control total de la jungla y todos los poderes de una ira. Sus hijos también serían demonios. Pero su transición sería mucho más lenta que la de ella.

—Por eso, el girasol —sonrió Tanque.

—Por eso, el girasol. Esa es la opción que ella eligió, y estoy realmente feliz por ello. Es la que yo quería para ella. Ahora será la reina que estaba destinada a ser, y sin importar lo que se interponga en su camino, podrá superarlo.

—¿Cuál es el cuarto camino? —preguntó Tanque mientras nos deteníamos en la cima de una colina. Frente a nosotros estaba el santuario, en todo su esplendor.

Tomando una respiración profunda, la dejé salir lentamente mientras avanzaba—. El cuarto era la muerte. Le concedería una muerte rápida y sin dolor para ella y sus hijos.

—La mayoría no vería eso como algo bueno —se rió Tanque mientras continuaba siguiéndome por el camino frente a nosotros.

—La mayoría no entendería el puro agotamiento bajo el que estaba. No solo necesitaba asegurar su propia supervivencia, sino que también tenía pequeños humanos con ella que dependían de ella para todo. A veces, la muerte es una escapatoria… una almohada cuando estás agotado.

—¿Alguna vez lo consideraste? —preguntó Tanque, con voz suave como un susurro. Sin embargo, todavía pude escucharlo.

—¿Considerarlo? Algunas veces —admití—. Pero vivía con un dolor constante hasta el punto en que realmente no podía ni pensar en causarme aún más dolor… incluso si solo fuera por unos minutos. Además, Orgullo y Avaricia estaban allí cuando estaba en mi punto más bajo. Creo que en realidad los extraño en mi cabeza. Pero no les digas eso. Nunca me dejarían olvidarlo.

Deteniéndome al final de la fila, esperé para entrar al Santuario.

——

Obispo se alejó de Hattie y Tanque con la espalda recta, ocultando el dolor insoportable que sentía. Se negaba a mostrar debilidad. Lo había hecho una vez, con su alma gemela, y ella les dio a otros el cuchillo.

En cambio, se concentró en su respiración mientras medía cada paso que daba. Ni demasiado rápido, ni demasiado lento. Poniendo un pie delante del otro hasta que ya no podía sentir sus miradas.

En el segundo en que estuvo fuera de su vista, cayó de rodillas, mordiendo su puño para no gritar.

Sus prístinas alas blancas estallaron desde su espalda, aliviando algo de la presión que sentía, pero apenas hacía mella al final del día. Luchando por recuperar algo de control, Obispo inhaló profundamente y lo liberó lentamente.

Sin embargo, no fue suficiente.

Mordiendo el interior de su mejilla hasta que pudo sentir que un trozo de carne se desprendía, Obispo continuó inhalando aire. De repente, fue como si una hoja al rojo vivo se presionara contra su espalda, justo donde sus alas se unían a su espalda.

Con un movimiento decisivo, Obispo sintió primero su ala derecha y luego la izquierda cayendo al suelo. La falta de su peso, combinada con el dolor, lo envió al suelo.

Su sangre comenzó a acumularse a su alrededor en el suelo, sin mencionar la que tenía en la boca, amenazando con ahogarlo.

Pero se negó a someterse.

Él había pedido esto. Lo había deseado. Ya no miraría a los humanos con lástima. En cambio, recordaría para siempre el sacrificio de sus alas. Ellas eran responsables de su caída de la fe. Eran responsables de su dolor.

Finalmente, el dolor se convirtió en un dolor sordo, y Obispo se tambaleó hasta ponerse de pie. Sacudiendo la cabeza, avanzó sin mirar atrás ni una sola vez. No era por su orgullo que se negaba a mirar sus alas…

Era simplemente porque había elegido este camino, y sus alas eran el sacrificio. No se arrepentiría de lo que tenía que convertirse para obtener su venganza. En cambio, usaría su dolor y odio para asegurarse de no vacilar.

Después de todo, ya no tenía alma, así que no tenía que tomar en consideración a su alma gemela.

Manteniendo la cabeza en alto, Obispo no vio la semilla negra que se enterró en la carne de su espalda, ni reconoció el dolor de esa semilla encontrando su camino hacia su corazón.

Tomó menos de una hora para que un ángel se convirtiera en un demonio… pero Obispo no se arrepintió ni un momento.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com

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