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  3. Capítulo 701 - Capítulo 701: ¡Experimentando el Universo!
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Capítulo 701: ¡Experimentando el Universo!

MAR OSCURO…

La atmósfera se volvió pesada, cargada con una energía tan profunda que hizo temblar a los dioses mismos. El sabio tántrico permanecía quieto, su forma comenzando a hincharse con un resplandor que trascendía la divinidad.

Lentamente, su tamaño aumentó, su cuerpo estirándose hacia el cielo, perforando las nubes, hasta que parecía alcanzar el mismísimo firmamento. Su mera presencia irradiaba tal poder divino que incluso los dioses abajo inclinaban sus cabezas en reverencia.

Kent, quien estaba delante del sabio, de repente se encontró levitando, siendo elevado suavemente por una fuerza invisible. A medida que ascendía, la luz del sabio tántrico se volvió insoportable.

Kent cerró los ojos instintivamente, protegiéndose del brillo. A su alrededor, el mundo parecía disolverse, dejando solo una expansión infinita de luz dorada.

Abajo, Jean, Gunji, Gordo Ben, Mohini y los dioses miraban asombrados. Incluso el endurecido Dios de la Guerra se sentía insignificante bajo la abrumadora presencia del sabio tántrico. Los compañeros intercambiaron miradas atónitas, sus corazones latiendo aceleradamente mientras intentaban comprender lo que estaba sucediendo ante ellos.

—¿Qué está pasando? —susurró Gordo, su voz temblorosa.

—Esto… está más allá de todo lo que hemos conocido —murmuró el Dios de la Guerra—. El sabio tántrico ha asumido su verdadera forma, una forma que no podemos comprender.

El dragón bebé, Sparky, se aferraba con fuerza al brazo de Jean, su pequeño cuerpo temblando. Jean acariciaba su cabeza distraídamente, sus propios ojos fijados en la figura resplandeciente de Kent mientras desaparecía en el cielo.

Kent sentía su cuerpo elevarse cada vez más alto hasta flotar en un reino de pura luz, rodeado por una expansión infinita de niebla dorada. La voz retumbante del sabio tántrico resonó en este espacio cósmico, cada palabra resonando en el alma misma de Kent.

—Abre los ojos, niño —dijo el sabio tántrico, su tono imperioso pero gentil.

Kent dudó, pero hizo lo que se le indicó. Al abrir los ojos, se sorprendió al encontrarse de pie ante la inmensa forma del sabio.

El rostro del sabio, aunque divino y radiante, llevaba una expresión de tranquila sabiduría. Detrás del sabio, el universo se desplegaba: un vasto tapiz de estrellas, planetas y energías ondulantes. Era como si todo el cosmos hubiera sido desnudado ante él.

—Este —comenzó el sabio, extendiendo sus colosales brazos— es el universo en su forma más verdadera. Una creación de energía inagotable, posibilidades infinitas y equilibrio eterno.

Kent permaneció en silencio, su corazón palpitando mientras asimilaba el espectáculo. El sabio continuó, su voz tejiendo una historia que transcendía la comprensión mortal.

—Hay catorce mundos en este universo —dijo el sabio, su mano señalando el mapa cósmico ondulante detrás de él—. Siete mundos divinos, irradiando energía divina, y siete mundos demoníacos, palpitan con caos y destrucción. Estos mundos existen en armonía, unidos por los hilos del destino, el karma y el dharma.

Los ojos de Kent se agrandaron mientras las palabras del sabio pintaban un vívido cuadro de la estructura del universo.

—¿Siete mundos divinos? —preguntó vacilante.

El sabio asintió.

—Sí. Los siete mundos divinos: Satya Loka, Tapa Loka, Jana Loka, Mahar Loka, Svar Loka, Bhuvar Loka, y Bhur Loka. Cada uno asciende en pureza espiritual, culminando en Satya Loka, el mundo de la cúspide. Es la morada del Dios de Tres Fases, el Dador, el Preservador y el Destructor.

La mano del sabio se barrió hacia abajo, y la mirada de Kent lo siguió.

—Y debajo de ellos, los siete mundos demoníacos: Atala, Vitala, Sutala, Talatala, Mahatala, Rasatala, y Patala. Cada uno desciende más profundamente en el caos y la oscuridad, gobernado por antiguas fuerzas de destrucción.

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Kent miraba la vasta extensión de los mundos, su mente corriendo.

—¿Por qué existen estos mundos? ¿Cuál es su propósito?

La expresión del sabio se suavizó. —Existen para el equilibrio, joven. Así como la luz no puede existir sin sombra, la creación no puede existir sin destrucción. La interacción entre estos mundos asegura el equilibrio del universo.

La mirada del sabio se fijó en Kent, y su tono se volvió más serio. —¿Sabes por qué estás aquí, Kent? ¿Por qué estás ante mí ahora?

Kent negó con la cabeza. —No lo sé.

—Estás aquí porque tienes el potencial de alcanzar Satya Loka, el mundo de la cúspide. Pero para hacerlo, debes alcanzar la cima de la cultivación en cada mundo, comenzando desde el más bajo hasta el más alto.

Las cejas de Kent se fruncieron. —¿Cómo se puede lograr eso? ¿Cómo puede alguien ascender a través de todos los mundos? ¿Cuál es el mejor camino?

El sabio sonrió. —Hay muchos caminos, cada uno tan único como el alma que lo transita. La fuerza es un camino, el camino de los guerreros que conquistan a través de la fuerza. La alquimia es otro, el camino de la creación, de dominar los elementos para remodelar la realidad.

La curación es un camino de compasión, de reparar lo quebrado y restaurar el equilibrio. La devoción es un camino de rendición, de dedicarse a un poder superior. Música, arte, sabiduría; cada camino lleva al mismo destino, pero solo los dignos pueden recorrerlo.

Las palabras del sabio agitaron algo profundo dentro de Kent. —¿Y qué después de Satya-Loka? —preguntó.

Los ojos del sabio brillaron con sabiduría. —Convertirse en uno con el universo, trascender la mortalidad y convertirse en un ser eterno. No un semidiós o un dios de origen, sino un verdadero Dios, intocable, inquebrantable, eterno.

En el corazón del universo yace el Dios de Tres Fases. Él gobierna un ciclo de Karma. Este ciclo es el latido del universo, interminable y eterno.

Kent sintió un profundo sentido de asombro. —¿Y dónde encajan los mortales en este ciclo?

La mirada del sabio se volvió penetrante. —Los mortales son las hebras que tejen el tejido del universo. Cada alma lleva karma, el peso de sus acciones. A través de incontables vidas, ascienden o descienden, esforzándose por la iluminación. Solo al quemar su karma pueden trascender el ciclo y alcanzar la cúspide.

La inmensa mano del sabio se extendió hacia Kent, una esfera dorada de luz flotando sobre su palma. —Te doy este conocimiento, Kent, no como un regalo, sino como una responsabilidad. Tienes el potencial para alcanzar la cúspide, pero el camino no es fácil. Debes elegir tu camino, recorrerlo con resolución inquebrantable y enfrentarte a pruebas que pondrán a prueba el núcleo mismo de tu ser.

Kent se inclinó profundamente. —Gracias, sabio. No vacilaré.

El sabio sonrió. —Lo creo. Recuerda esto, al decir un NO a un gran hombre, te vuelves más grande que él. Y siempre tienes una elección.

Las últimas palabras del sabio tántrico tocaron el corazón de Kent.

—Gracias

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com

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