Novelas Ya
  • Todas las novelas
  • En Curso
  • Completadas
Avanzado
Iniciar sesión Registrarse
  • Todas las novelas
  • En Curso
  • Completadas
  • Urbano
  • Fantasía
  • Romance
  • Oriental
  • General
Iniciar sesión Registrarse
  1. Inicio
  2. Rudo y Redimido: Domando a su Rey Motociclista
  3. Capítulo 148 - 148 Capítulo 150 LYON
Anterior
Siguiente

148: Capítulo 150: LYON 148: Capítulo 150: LYON —Kat, ¿qué demonios es toda esa mierda que tienes por la casa, y por qué coño siento como si no te hubiera visto en una semana?

—Incluso mientras hablaba, ella entraba y salía apresuradamente de la habitación.

Sabe que odio cuando me ignora y ha estado haciendo esa mierda durante los últimos días, desde que recibí la llamada de que los chicos vendrían para las fiestas.

Elena estaba en su elemento, no le gusta nada más que tener una horda para alimentar y mimar.

Kat había invitado a la gente de esos chicos a mi maldita casa también y mis hijos estaban perdiendo la cabeza porque la sala parecía la trastienda de una juguetería con todos los malditos regalos bajo el enorme árbol que tuve que cortar.

—La única vez que te veo últimamente es cuando es hora de dormir.

Siempre estás trajinando por aquí, deja esa mierda.

—Me dio una de sus miradas—.

¿Quién fue el que invitó a huéspedes para quedarse?

¿Quién fue el que me dijo la semana antes de Navidad que venía más gente?

—¿Dónde está el bebé?

—Está dormido, acabo de acostarlo, ¿por qué?

—Me acerqué a la esquina donde guarda la cuna de viaje.

Ha estado manteniendo al bebé aquí con nosotros con el pretexto de tenerlo cerca para poder oírlo, pero yo sabía que era porque era el último y estaba tratando de aprovechar toda la maternidad que pudiera.

Me agaché y lo levanté ignorando sus siseos detrás de mí.

Olía a bebé, y sentí ese salto en mi corazón que siempre tengo cuando huelo a uno de mis hijos—.

Creo que necesitamos otro, Kat.

—Sus ojos se agrandaron y dio un paso atrás como si esperara que me le echara encima ahí mismo.

—Colton, ¿estás loco?

Acabas de decirme hace dos días que no deberíamos haber tenido los que tenemos y ahora…

—Las niñas Kat, son tus malditas hijas las que me están llevando a la tumba.

Pero míralo, está creciendo tan rápido, ¿no quieres otro?

—Sus ojos se suavizaron y frotó sus piernas juntas.

Sabía que la tenía, solo necesitaba rematar.

—Vamos nena, imagina toda la diversión que vamos a tener intentándolo.

—Me acerqué y froté mi mano entre sus piernas hasta que se mojó, luego le chupé la lengua en su boca y fue un trato hecho.

—Oh está bien, pero no quiero oír quejas si terminamos con otra niña.

—Golpe bajo, ella sabía muy bien que tampoco quería una, esa maldita Catalina es todo lo que podemos manejar.

Ha estado corriendo por aquí como una loca desde que le dijimos que venía gente nueva.

Probablemente los vio como conejillos de indias.

***
Hoy era el día en que los chicos venían a la ciudad.

No había muchos preparativos que hacer en cuanto a seguridad, nadie aquí se había metido conmigo y los míos en mucho tiempo, pero aun así, hice que los chicos hicieran una ronda perimetral, nunca se sabe.

Estas putas fiestas tienden a sacar a los locos o alguna mierda.

Tenía un montón de mierda que hacer antes de que llegaran.

Nuestra carrera benéfica anual a la que mis hijos se habían unido cuando tuvieron edad suficiente, y toda la mierda de último minuto que Kat y Elena me iban a tener haciendo.

La locura ya había comenzado con Kat y su suegra apoderándose de mi cocina.

Traté de evitar a Char que seguía dándome sonrisas secretas como si supiera alguna mierda que yo no.

—Elena, ¿dónde está tu esposo?

—Estaba ocupada revolviendo algo mientras su nieta, mi osita Caitie, observaba.

Es una vista que he visto cada año desde que ella nació, una que todavía me hace cosquillas en el corazón y una que no voy a abandonar pronto.

—Tenía algo que hacer en el hospital pero debería estar aquí cuando lleguen tus amiguitos.

Char me dice que todos son bastante robustos.

—¿Por qué diablos te estás sonrojando mamá y cómo puede Glenda la bruja decirte algo cuando nunca ha visto a estos chicos antes?

—Oh hijo no seas tan mojigato y sabes muy bien cómo lo sabe —me dio la mirada de “Colton es estúpido” mientras mi hija fingía que no estaba escuchando nada y mi esposa tarareaba villancicos mientras revoloteaba por la habitación.

—Kat, ven aquí un minuto.

—Oh querido conozco ese tono, sea lo que sea que haya hecho tendrás que lidiar con ello más tarde hijo, tenemos mucho que hacer y no casi nada de tiempo, con eso de que nos echaste encima cien personas extra a último minuto —esa es Elena, reina de la exageración.

—Kat, ahora.

Arrastró su trasero por la habitación.

Noto que siempre se pone un poco más atrevida cuando su entrometida suegra está cerca, añade a su propia madre a la mezcla y tengo un golpe de estado en mis manos.

—No vas a usar esa cosa que sea que llevas puesta cuando lleguen los otros, ve a cambiarte.

Se miró a sí misma y aunque lo había dicho lo más silenciosamente posible, los otros ocupantes de la habitación aún rodaron sus ojos hacia mí.

—Colton, ¿qué tiene de malo lo que llevo puesto?

—extendió sus brazos a los lados y la maldita camisa se tensó sobre sus abundantes tetas.

—Quítatelo y ponte algo sobre esas mallas, muestran demasiado tu trasero.

—¿Qué debería usar hijo, tienes arpillera por algún lado?

Tal vez podamos hacerle un saco de yute rápido.

—Todos pensaron que esa mierda era graciosa.

—¿Y tú crees que ella se va a mudar aquí en unos años?

—le susurré esa mierda al oído a mi esposa porque estaba demasiado cerca de las fiestas para lidiar con su mierda.

—Colton compórtate, ya hemos resuelto ese asunto, ahora ¿por qué no vas a elegir algo para que me ponga y subiré en un minuto a ponérmelo?

—Sí, claro, ella piensa que estoy demasiado preocupado para recordar mi propio nombre.

—Katarina, ¿parezco estar jugando contigo?

Si quieres que elija algo para que te pongas, puedo hacerlo.

Tuvo suficiente sentido para saber lo que esa mierda significaba y subió a cambiarse.

Me importaba un carajo las risitas de las otras mujeres en la habitación cuando me di la vuelta para seguirla.

Metiches de mierda.

La acorralé en la habitación después de ver su trasero contonearse todo el camino por las escaleras.

—Aquí, déjame ayudarte —fui primero por su blusa haciendo volar botones por toda la habitación.

—Colton no podemos —trató de cubrirse las tetas con el medio sostén que llevaba pero los dados ya estaban echados y mi muchacho estaba en ascenso.

—Si no querías que te follara no deberías haberte puesto eso —la tumbé y puse mi boca en su teta y mi mano entre sus piernas.

No hay sensación como robar el coño con una casa llena de gente.

Tuve que taparle la boca a Kat mientras la perforaba por detrás duro y dulce.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com

Anterior
Siguiente
  • Inicio
  • Contacto
  • Política de privacidad

© 2025 NovelasYa. Todos los derechos reservados

Iniciar sesión

¿Perdiste tu contraseña?

← Volver aNovelas Ya

Registrarse

Regístrate en este sitio.

Iniciar sesión | ¿Perdiste tu contraseña?

← Volver aNovelas Ya

¿Perdiste tu contraseña?

Por favor, introduce tu nombre de usuario o dirección de correo electrónico. Recibirás un enlace para crear una nueva contraseña por correo electrónico.

← Volver aNovelas Ya

Reportar capítulo