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- Rudo y Redimido: Domando a su Rey Motociclista
- Capítulo 128 - 128 Capítulo 130 LYON
128: Capítulo 130: LYON 128: Capítulo 130: LYON Finalmente subí las escaleras y toqué la puerta de mi pequeña princesa.
—¿Tienes un minuto?
—Hola papá —sé que estaba enojada conmigo pero mi niña seguía siendo dulce con su viejo.
—Bebé, ¿por qué no me dijiste que los niños en la escuela te estaban molestando?
—ella empezó a jalar su edredón y a evitar mi mirada.
—¿Caitie osita?
—No sé papá, pensé que podía manejarlo yo sola.
No quería hacer un gran escándalo.
—¿Alguno de ellos te puso las manos encima?
—No papá, te lo prometo, te lo hubiera dicho a ti o a mamá.
—Bueno entonces, ¿a quién le dijiste?
—Le dije a la maestra pero ella dijo que no era nada, que solo estaban jugando.
—¿Quieres decirle a papá qué te estaban diciendo?
—me senté en su cama y la abracé por los hombros.
Me jodía la cabeza que esto hubiera estado pasando y yo no sabía nada, esa mierda daba miedo.
Me recordó todos esos libros que solía leer cuando ella nació.
Todos los programas que solía ver sobre las cosas jodidas que la gente era capaz de hacerse entre sí.
Me prometí entonces que tendría el tipo de relación con mis hijos donde siempre pudieran acudir a mí.
Por lo que podía ver, mucha de esa mierda se podría haber evitado si los padres fueran más accesibles y los niños tuvieran más fuerza de carácter.
Dos cosas que pensé que tenía controladas pero obviamente estaba muy equivocado.
—Me llamaban nombres, ya sabes.
—No, no lo sé, no estaba allí y no me lo dijiste —finalmente captó el tono de mi voz, y sus ojos volaron hacia los míos.
Igual que su madre, tan pronto como piensa que estoy enojado con ella por algo, se le llenan los ojos de lágrimas.
—Lo siento papá, es que no quería preocuparte y la maestra dijo que no era nada.
—Caitlin, soy tu padre, era tu padre antes de que pusieras un pie en la escuela.
Te he criado para que confíes en mí pero obviamente no lo haces porque no viniste a mí con esto y eso me preocupa.
—¿Cómo se supone que debo confiar en ti?
Es dar y recibir princesa; si sé que vendrás a mí o a tu madre con cualquier problema que tengas, entonces no tengo problema en darte más libertad.
Pero si vas a empezar a ocultarme cosas, entonces no puedo confiar en ti.
No llores, ven acá.
—Lo siento papá, no quería hacerte enojar.
—No estoy enojado, solo un poco herido porque pensaste que no podías confiar en mí.
—No lo volveré a hacer, lo prometo —la miré deseando poder pelear todas sus batallas por ella, sabiendo que no podía.
Eso es lo que los libros no pueden enseñarte, cómo sentir.
—No puedo castigarte por tomar lo que pensaste que era la decisión correcta, pero tampoco puedo recompensarte ahora mismo.
Vine aquí para decirte que estaba bien ver a tu pequeño amigo después de que lo haya investigado y por supuesto habrá algunas reglas que seguir.
—Pero voy a esperar por ahora hasta que entiendas por qué estuvo mal no venir a mí con esto.
Hablamos de esto, ¿recuerdas la niña del verano pasado que se ahorcó en el armario por el bullying?
—ella asintió en silencio.
—Ella también pensó que podía manejarlo.
La cagaste bebé, sé que no estabas pensando en esas líneas pero no se trata de eso.
Se supone que debes venir a mí con estas cosas sin importar qué tan grandes o pequeñas sean.
—Tú eres la niña, yo soy el padre, es mi trabajo, mi responsabilidad mantenerte segura.
No puedo hacer eso si no sé lo que está pasando.
—No esperé a oír lo que tenía que decir, si es que tenía algo que decir.
Esa mierda dolía, saber que algún pequeño idiota se había metido con mi niña.
Por supuesto que lo primero el lunes por la mañana será el trasero de la maestra.
Kat estaba en nuestra habitación esperándome.
—¿Lo sabías?
—No, los chicos me acaban de decir.
—No pongas esa cara, yo me encargaré.
—Quiero ir a patearles el trasero.
—Te me adelantaste, nena.
—Colt, no puedes ir tras unos niños.
—Me importa una mierda, si son lo suficientemente mayores para saber que las palabras duelen, son lo suficientemente mayores para recibir mi pie en su trasero por meterse con mi hija.
Quemaría ese lugar hasta los cimientos si me entero que le pegaron a mi hija.
—No creo que haya llegado tan lejos.
Aiden y Quint dijeron que solo fueron palabras.
Pero estaba en su habitación llorando, Colt, y ni siquiera lo sabía.
Vaya madre que soy.
—No empieces con esa mierda, yo tampoco lo sabía y que me jodan si soy un mal padre.
Esta vez fue culpa de tu hija; debería haber venido a nosotros.
No pongas los ojos en blanco, eso es pura mierda de Kat Lyon, no lo sacó de mí —dijo tratando de evitar las lágrimas que vio acumulándose en sus ojos—.
Ya había tenido suficiente de esa mierda por un día.
Kat había contratado a Carol para trabajar con ella en su firma después de que nacieron los gemelos porque había decidido que prefería quedarse en casa con los niños.
Cualquier cosa que pasa se lo toma personalmente como si hubiera fallado porque ella era la que se había quedado en casa.
Sigo diciéndole que esa es una forma de mierda de pensar pero nunca escucha.
Se va a estresar por esta noticia ahora durante las próximas semanas, lo que solo va a joderme la cabeza.
—Papá.
—Mierda, es el engendro, es todo lo que necesito para redondear esta mierda.
—¿Sí, Catalina?
—¿Por qué Caitie puede tener novio y yo no?
—¿Qué carajo?
—¿Qué has dicho?
—Se acercó y se sentó en el regazo de su madre con el pulgar en la boca.
—Me oíste papá.
—Elena reencarnada, excepto que la otra todavía estaba con nosotros, no sé cómo funciona esa mierda.
—Tu hermana no tiene novio y aunque lo tuviera, tú no puedes tener uno porque tienes cinco años.
—Ja, yo tengo tres.
Esta me va a mandar a la tumba seguro.
—¿Tres Catalina, estás segura?
—Sí mami, estoy segura.
—Oh, Kat pensaba que esta mierda era graciosa.
Estaba luchando duro para no reírse mientras yo quería arrancarme cada pelo de la cabeza.
—Bueno, ¿cuáles son sus nombres?
—Bueno, Josh es mi novio de juegos, le gusta jugar en los columpios conmigo yyyyyy Brian es mi novio de tareas, él hace toda mi tarea si se me olvida.
—Joder, mi hija es una jugadora.
—Y luego está Cris, él es mi novio-novio porque nos tomamos de las manos y esas cosas, tiene siete años.
—¿QUE TIENE QUÉ?
—Papá no grites, el abuelo Dan dice que solo los perdedores les gritan a las mujeres.
¿Qué significa eso?
—Tu abuelo necesita dejar la pipa —murmuré esa mierda entre dientes y esperé a oír qué más tenía que decir mi pequeña querida.
—Así que ya ves, tengo tres novios enteros.
—Kat, será mejor que consideres la educación en casa para esta también.
—Colt, los niños no van a recibir educación en casa, por Dios.
—Papá, ¿puedo tener mi…?
—No, sea lo que sea, no.
—Pero no me dejaste terminar.
—¿Qué es, calabaza?
—Podía sentir que me venía uno de mis dolores de cabeza de padre—.
¡Esta niña!
—¿Puedo tener un anillo aquí como mamá?
—Señaló su ombligo.
—Por el amor de…
vete a la cama Catalina.
—Todavía no es hora de dormir tontito, es fin de semana, puedo quedarme despierta una hora más, tú lo dijiste.
Mi mierda ha vuelto para morderme el trasero.
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