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- Capítulo 901 - 901 El último llanto de un Corazón
901: El último llanto de un Corazón 901: El último llanto de un Corazón La mera idea de ello enviaba una ola de temor recorriendo a Ren, una sensación roedora que amenazaba con consumirlo por completo.
¿Podría ser realmente posible?
¿Esos rostros alguna vez familiares ahora estaban retorcidos en formas monstruosas, acechando los corredores de su propio hogar?
La inquietante posibilidad permanecía en los pensamientos de Ren, proyectando una sombra sobre su mente ya atribulada.
Cerró los ojos fuertemente, como si al bloquear el mundo, también pudiera cerrar las horribles imágenes que lo atormentaban.
Pero por más que lo intentara, Ren no podía sacudirse la incertidumbre roedora que lo agarraba.
¿Qué había pasado con la familia de Leonel?
¿Y con él?
Las preguntas giraban en la mente de Ren, atormentándolo con sus implicaciones sin respuesta.
—Deben ser impostores —murmuró Ren para sí mismo—.
Alguna clase de criaturas capaces de imitar la forma humana.
Era un intento desesperado de aferrarse a algún atisbo de normalidad, de protegerse de la horrible verdad que amenazaba con abrumarlo.
Ren oró en silencio para que Leonel y su familia estuvieran a salvo dentro del santuario de su apartamento, sin ser tocados por los horrores que ahora recorrían los pasillos.
Pero incluso mientras pronunciaba las palabras, la duda roía en la mente de Ren.
El temor persistente seguía susurrando acerca de verdades más oscuras que acechaban justo fuera de su alcance.
Ren tomó un respiro calmado, fortaleciéndose contra la creciente marea de temor.
Tenía que mantenerse fuerte, por su supervivencia y la de Evie.
El timbre familiar del ascensor resonó a través del pasillo, señalando el regreso de Ren a la planta de su apartamento.
Ren corrió al teléfono, temblando sus dedos mientras marcaba el número del apartamento de Leonel.
Pero para su consternación, la línea permanecía muerta, el corte de energía de emergencia había vuelto inútiles los sistemas de comunicación del edificio.
—Maldita sea —maldecía Ren en voz baja—, su frustración aumentando con cada intento fallido de pedir ayuda.
Perdido y confundido, Ren sintió una sensación de hundimiento en el fondo de su estómago.
Caminaba de un lado a otro en la habitación, su mente llenándose de un torbellino de pensamientos y soluciones.
Atrapado dentro de los confines de su apartamento, Ren sentía una creciente sensación de claustrofobia, las paredes cerrándose a su alrededor mientras lidiaba con la realidad ante sus ojos.
—Si solo pudiera contactar a Joker y Angélica —pensó Ren en voz alta—, su voz teñida de desesperación—.
Ellos podrían saber qué está pasando y cómo sacarnos de aquí.
Recordó las palabras de Joker y Angélica sobre buscar refugio en la Torre Zona A.
Quizás esa era su mejor oportunidad de encontrar seguridad.
Pero incluso mientras pronunciaba las palabras, Ren sabía que las probabilidades eran escasas.
Con esas extrañas criaturas acechando afuera, Ren temía que estuvieran atrapados dentro de los muros del edificio, cortados del mundo exterior y de cualquier esperanza de rescate.
Los pensamientos de Ren se dirigieron a sus propias habilidades, a la fuerza bruta y el poder que corrían por sus venas.
—¿Podría enfrentarse a esas extrañas criaturas?
—¿Podría protegerse a sí mismo y a Evie el tiempo suficiente para encontrar una salida?
También tenía que llevarse a Leonel y a los demás si podía.
El peso de la responsabilidad pesaba mucho sobre los hombros de Ren, la carga de la supervivencia descansando firmemente sobre él.
Pero en medio del caos y la incertidumbre, un pensamiento permanecía constante en la mente de Ren: la supervivencia de Evie, y nada más.
No había nada más importante que asegurarse de que ella estuviera a salvo, todo lo demás eran segundas prioridades.
Ren fue a la habitación de Evie, su corazón latiendo fuertemente en su pecho mientras llamaba su nombre.
—¿Evie?
—la voz de Ren resonó en la habitación vacía, su estómago revolviéndose con preocupación mientras escaneaba el espacio en busca de cualquier señal de ella.
Pero para su consternación, Evie no estaba por ningún lado, su ausencia proyectando una sombra de miedo sobre el ya pesado corazón de Ren.
Ella estaba justo ahí hace un momento.
—¿Dónde podría estar?
—murmuró Ren para sí mismo mientras buscaba frenéticamente en la habitación alguna pista sobre su paradero.
Sus manos rozaron las botellas de agua vacías esparcidas por el suelo, un testimonio silencioso de la reciente presencia de Evie.
El corazón de Ren se hundió al verlo, un nudo frío de temor formándose en el fondo de su estómago.
Con cada momento que pasaba, crecía la sensación de urgencia, impulsándolo a encontrar a Evie, lo cual lo llevó al baño.
—Evie…
—la voz de Ren resonó en la habitación débilmente iluminada, sus ojos ajustándose a la luz de emergencia mientras la buscaba.
Un sonido captó su atención, el suave chapoteo del agua.
El corazón de Ren dio un vuelco mientras seguía la fuente del sonido, su mirada cayendo sobre la bañera.
Su aliento se cortó en la garganta al ver a Evie sumergida en el agua.
Sin un momento de vacilación, Ren corrió a su lado y sacó su cuerpo inerte de la tina.
—¡Evie!
—El pánico surgió en Ren mientras la acostaba en el suelo, su mente carreras tratando de recordar cómo administrar RCP.
No debería haberse saltado esas clases.
Presionó sus labios contra los de ella, tratando desesperadamente de devolverle la vida a sus pulmones.
Con manos temblorosas, se preparó para administrar compresiones en el pecho cuando los ojos de Evie parpadearon abiertos.
El alivio inundó a Ren al verla despertar, pero su alegría fue efímera al ver con horror cómo comenzaba a suceder algo inexplicable.
Los ojos de Evie se abrieron desmesuradamente, el blanco de sus ojos adquiriendo un tono enfermizo de rojo mientras la sangre brotaba de sus orificios.
Su cuerpo convulsionaba incontrolablemente, retorcido con movimientos antinaturales.
La mente de Ren se tambaleaba con el impacto, incapaz de comprender lo que le estaba sucediendo.
Entonces, sin previo aviso, Evie se lanzó hacia él con una ferocidad primal, sus movimientos salvajes y erráticos.
Ren apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando ella lo derribó al suelo, sus dientes descubiertos en un gruñido feroz.
Luchó con ella, sus instintos entrando en acción mientras trataba de contener su forma retorcida.
Con una oleada de adrenalina, Ren logró empujar a Evie dejándola y levantarse tambaleándose.
El suelo mojado amenazaba con hacerlo caer, pero luchó por mantener el equilibrio mientras huía de ella, comprando tiempo para pensar en algo…
¡algo para recuperarla!
La forma antes familiar de Evie se contorsionaba y retorcía, sus huesos chasqueando y crujendo mientras sufría una transformación grotesca.
Ren corría, su corazón latiendo fuertemente en su pecho mientras corría por los corredores oscurecidos, los ecos de los gritos inhumanos de Evie persiguiendo cada uno de sus pasos.
La transformación de Evie dejó a Ren tambaleándose, su mente luchando por comprender la situación en la que se encontraba.
No.
No ella.
No Evie.
Por favor Dios.
Ren oraba.
¡NO ELLA!
¡Cualquiera menos ELLA!
Por primera vez en su vida, se sintió completamente impotente, su usual confianza reemplazada por un roedor sentido de temor y desesperación.
—¡Evie!
—La voz de Ren se quebraba con emoción mientras la llamaba—.
¡Soy yo Ren!
—¡Recobra la conciencia!
—gritó cuando estaba acorralado.
Pero sus palabras parecían caer en oídos sordos mientras Evie se lanzaba hacia él una vez más.
Esta vez, Ren no la evadió.
En cambio, se mantuvo firme mientras Evie cerraba la distancia entre ellos.
No sabía qué esperar mientras las manos de Evie rodeaban su cuello, su boca transformándose en un grotesco apéndice en forma de aguja.
Ojos inyectados en sangre lo miraban fijamente, llenos de nada más que hambre.
—E-Evie…
—La voz de Ren se apagaba mientras alcanzaba a acariciarle la mejilla, su toque tierno, sin importarle que su belleza ya no existiera.
—Si vas a ser así…
entonces quiero estar contigo —murmuraba Ren, sus palabras llenas de afecto—.
Para que podamos estar juntos…
Con el corazón apesadumbrado, Ren cerró los ojos, preparándose para lo inevitable.
Pero en lugar del dolor abrasador que esperaba, un líquido cálido cayó sobre su cara, haciéndole abrir los ojos sorprendido.
Para su asombro, Evie había vuelto a su forma normal, lágrimas corriendo por sus mejillas mientras se alejaba precipitadamente de él.
—R-Ren…
no sé qué está pasando…
pero no puedo controlarlo…
no puedo —La voz de Evie estaba ahogada por la emoción, sus palabras saliendo en jadeos forzados—.
T-tienes que irte.
No quiero hacerte daño.
P-preferiría morir antes que verte lastimado por mi culpa…
—¡Entonces moriremos juntos!
—Ren declaró mientras se negaba a dejarla atrás—.
No te dejaré.
Dondequiera que vayas, iré contigo.
¿No prometimos estar juntos para siempre?
Habían pasado por tanto.
¿Cómo podría dejarlo terminar así?
Tenía que haber una manera.
Ren pensaba.
Tiene que haber una manera de volver a Evie normal.
Desesperadamente deseaba y esperaba una manera.
Daría cualquier cosa por hacerla volver – incluso su vida.
Una triste sonrisa tiraba de las comisuras de los labios de Evie, sus rasgos contorsionándose mientras su transformación se reanudaba con toda su fuerza.
—Si realmente hay otro mundo más allá de este…
no hay nada que desee más que volver a enamorarme de ti…
En un movimiento repentino, Evie se lanzó y rompió la ventana con una fuerza que hizo añicos el vidrio.
Ren se levantó de un salto, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras se lanzaba hacia adelante, su mano extendida en un intento fútil de atraparla.
Era demasiado tarde.
Evie ya estaba precipitándose hacia abajo, su forma desapareciendo en la oscuridad abajo.
El sonido de su voz resonaba en los oídos de Ren, sus palabras resonando con un desgarrador adiós.
—Te amo…
Los gritos de Ren desgarraban su garganta.
—¡EVIEEE!
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