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  3. Capítulo 860 - 860 La Otra Personalidad de Avaris
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860: La Otra Personalidad de Avaris 860: La Otra Personalidad de Avaris Cuando Avaris abrió los ojos, una transformación escalofriante se apoderó de él.

Su mirada, antes cálida, se tornó tan negra como el abismo, su cabello se transformó en un intenso tono de medianoche y su aura exudaba una amenaza palpable que parecía impregnar el mismo aire que lo rodeaba.

En ese momento, ya no era solo Avaris, sino algo mucho más oscuro y primal.

Sin vacilar, Avaris se lanzó hacia Niccoli con una velocidad alarmante, su movimiento causando una fisura en el mismo aire.

En el lapso de un parpadeo, llegó hasta Niccoli, su mano cerrándose alrededor del cuello del liche con una presión implacable.

El tiempo pareció congelarse mientras la sofocante magia necrótica que había envuelto el área cesaba, dejando una quietud inquietante a su paso.

Niccoli luchaba contra el agarre de Avaris, sus ojos llenos de pánico mientras jadeaba en busca de aire.

A pesar de sus poderes formidables, estaba impotente ante la nueva fuerza de Avaris.

Cada intento desesperado por liberarse solo parecía apretar más el agarre de Avaris, su expresión impasible mientras mantenía a Niccoli firmemente en su lugar.

La escena era surrealista, casi etérea, como si estuviera congelada en el tiempo.

El caos circundante de la batalla parecía desvanecerse en el fondo, dejando solo a Avaris y Niccoli encerrados en un abrazo mortal.

El aire crujía con tensión, la atmósfera cargada con el peso de un destino inminente.

—¡T-Tú!

¿Qué estás haciendo?

¿Cómo puedes resistir mi magia?

¿Por qué no puedo usar mi magia?

—luchaba Niccoli, su voz cargada de incredulidad y frustración.

En la periferia, Leonel y los demás observaban asombrados mientras Avaris flotaba en el aire, su agarre en el cuello de Niccoli inquebrantable.

En ese momento, su preocupación se desplazó de Niccoli a Avaris.

Había algo en él que les ponía la piel de gallina, un aura de poder y amenaza que parecía emanar de su ser.

La sonrisa de Avaris se ensanchaba, mostrando filas de dientes afilados, y múltiples cuernos brotaban de su cabeza, su piel oscureciéndose.

—¿Crees que soy débil solo porque no me gusta usar mis poderes?

¿Crees que os tememos porque os dejamos solos?

¿Piensas que puedes derrotarnos, el Señor Azazel y sus señores de la guerra?

—La voz de Avaris rezumaba desprecio mientras se dirigía a Niccoli.

—Pues déjame decirte ahora mismo.

Os dejamos solos porque no representáis una amenaza para nosotros.

Para ninguno de nosotros.

En cualquier momento, podemos matarte —continuó, su tono impregnado de malicia.

Niccoli forzó una sonrisa retorcida, sus ojos brillando con desafío.

—¿Crees que puedes asustarme?

¡Yo soy el que asusta aquí!

¡Yo soy Niccoli Ven Faust, el mayor usuario de magia de todo el Inframundo!

La mirada de Avaris se estrechó hasta convertirse en rendijas, su expresión oscureciéndose.

—Parece que tendré que recordarte por qué éramos los más fuertes en primer lugar.

Venas oscuras surgían de la piel de Niccoli, arrastrándose hacia la mano de Avaris.

Con una mueca, Niccoli tosía y gruñía, pero no podía moverse ni respirar mientras el agarre de Avaris se apretaba.

El rostro de Niccoli se volvía ceniciento, desprovisto de vida, mientras la energía oscura lo consumía desde dentro.

Con cada momento que pasaba, las luchas de Niccoli se debilitaban hasta que quedaba inmóvil en el agarre de Avaris, sus ojos abiertos de incredulidad.

Y entonces, con un movimiento rápido y decisivo, Avaris desató una oleada de energía oscura, canalizándola directamente en el cuerpo de Niccoli.

El liche se convulsionaba violentamente mientras la energía necrótica lo atravesaba, reduciéndolo a nada más que una cáscara humeante.

Con un suspiro final, los esfuerzos de Niccoli cesaron, sus ojos vacíos mirando hacia arriba a Avaris en muda incredulidad.

—Conoce tu lugar, gusano —siseó Avaris, su voz rezumando desprecio mientras aplastaba el cuello de Niccoli con un movimiento casual de su muñeca.

Niccoli se desmoronó en polvo, la zona circundante volviendo a su forma original mientras el caos se disipaba.

Leonel y los demás fueron transportados inmediatamente fuera del castillo, mientras la mansión Ven Faust comenzaba a desmoronarse a su alrededor.

Seres muertos y espectrales huían de la estructura desmoronándose en un apuro frenético por escapar.

—¿Qué…

qué acaba de pasar?

—murmuró Isolde, su voz llena de confusión.

—Yo…

no lo sé —respondió Leonel, su mente aún tambaleándose por el giro repentino de los acontecimientos.

Roz seguía la conversación con desconcierto marcado en su rostro.

—¡Eh!

¡Vosotros mortales sucios allá abajo!

—Avaris tronaba, señalando con un dedo acusador a Leonel y los demás.

Sorprendidos, Leonel, Roz e Isolde miraron hacia arriba para ver a Avaris descender con una sonrisa en su rostro.

Pero algo era diferente.

Avaris parecía más bajo, casi infantil, y su piel antes cenicienta se había oscurecido.

Su cabello dorado se había vuelto oscuro, y sus ojos brillaban con una oscuridad siniestra.

Múltiples cuernos intimidantes brotaban de su cabeza.

—¡Ahahaha!

Veo que aún están vivos, mortales!

Ahora vengan, venérenme!

Soy el señor de la guerra de la codicia.

A cambio de sus vidas, ¿qué me ofrecen?

—La voz de Avaris resonaba con un tono siniestro.

Leonel y los demás intercambiaban miradas cautelosas.

—¿Está bien de la cabeza?

—Roz preguntó, su voz teñida de preocupación.

—Parece que ha cambiado —observó Leonel.

—Un buen golpe quizás le devuelva el sentido —dijo Isolde, su mano rondando sobre su pistola.

El rostro de Avaris se oscureció.

—Sucios mortales, ¿cómo se atreven a alzar sus armas contra mí?

El Señor Azazel y los demás quizás os hayan acogido, pero aún sois solo mortales débiles.

¡Una buena paliza os pondrá en vuestro lugar!

—E-espera…

—Leonel retrocedió, la confusión evidente en su voz.

—¿Vamos a luchar contra él ahora?

¿Qué está pasando aquí?

Esto no es lo que Ren nos dijo.

¡Se suponía que los señores de la guerra nos ayudarían, no que se volvieran contra nosotros!

—¡Eh!

Avaris, ¡tranquilízate!

—Leonel intentó razonar, pero Avaris simplemente desató magia primitiva desde dentro de su cuerpo.

—¡No nos vamos de aquí hasta que os haya clavado en los huesos con quién estáis hablando!

—Avaris gritaba, su voz resonando con amenaza.

—Es como Niccoli —comentó Isolde, y Roz asintió en acuerdo.

—¡Deja de insultarlo y haz algo para que recupere el sentido!

—Leonel instó.

—¡Pagad por vuestros pecados!

—Avaris rugía, energía oscura formándose en sus manos.

—Sombras Vi–¡Augh!

Antes de que pudiera terminar su frase, sin embargo, Avaris se derrumbó al suelo, su forma reverting back to the Avaris they knew.

Letargia estaba detrás de él, bostezando aún.

—Bien…

lo golpeé a tiempo…

—murmuró somnolienta.

Luego miró a Leonel y a los demás con los ojos medio cerrados.

—Tenéis suerte…

me despertó la aura oscura de Avaris…

o habríais…

mu….

Tras apenas terminar sus palabras, Letargia se derrumbó de nuevo al suelo, roncando suavemente.

Leonel y los demás intercambiaban miradas desconcertadas, con la boca abierta.

¿Qué había pasado?

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com

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