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Capítulo 563: Chapter 563: Dónde Estaba Ella
Lucille corrió desesperadamente. No sabía dónde estaba, y solo podía confiar en sus instintos para correr hacia el sureste en busca de lo que había estado anhelando. Esa era la dirección de Dilsburg.
«Quiero ir a casa… A casa…»
Los ojos de Lucille estaban inyectados de sangre y su mente estaba llena con las escenas que acababa de ver. El dolor y el arrepentimiento que habían estado enterrados profundamente en su corazón durante tantos años se magnificaron en ese momento.
Sólo quedaba un pensamiento en su mente. Ir a casa, ir a casa…
Tenía que apresurarse a volver para salvar a sus padres, y tenía que apresurarse a detener el accidente de coche antes de que sucediera a sus abuelos. De esa manera, sus abuelos no acabarían tendidos en un charco de sangre mientras veía cómo su fuerza vital se escapaba.
No quería ver que, a pesar de que había tantos transeúntes alrededor del accidente, nadie estaba dispuesto a ayudar, y nadie estaba siquiera dispuesto a llamar a los servicios de emergencia. Todo lo que podía escuchar eran sus comentarios maliciosos sobre la familia Jules.
Sin embargo, quería preguntar…
«¿Qué hizo mal la familia Jules? ¿Fue un error no hacer todo lo posible por los demás? ¿Fue un error rechazar aceptar sobornos? ¿O fue un error ser responsables en su trabajo?»
Lucille sostuvo su cabeza, que estaba a punto de explotar. Todo su pecho estaba lleno de un dolor y un remordimiento interminables. Se odiaba a sí misma por no ser lo suficientemente fuerte y por ser tan insignificante…
Después de correr durante un tiempo desconocido, las piernas de Lucille se debilitaron y tropezó con algo. En el siguiente segundo, todo su cuerpo cayó hacia adelante.
Un par de manos grandes la agarraron firmemente.
Lucille levantó la cabeza en estado de aturdimiento y vio el rostro apuesto de Joseph.
Era como si hubiera visto a su salvador. Tiró de la ropa de Joseph con ambas manos, su voz subconscientemente llevaba un tono sutil de súplica. Su voz entrecortada era ronca y quebrada.
—Joseph, ayúdame. Quiero ir a casa. Quiero regresar a casa…
—Joseph, sálvalos. Estoy dispuesta a pagarte de vuelta. Haré cualquier cosa…
Los ojos de Lucille estaban inyectados de sangre, y sus lágrimas se mezclaban con la lluvia. Su cuerpo entero estaba mojado y temblando de frío. Era como un pequeño animal que había sido abandonado. Tan lamentable como podía estar.
Era la primera vez que Joseph la había visto desmoronarse.
Para ser exactos, Lucille había perdido su racionalidad. Antes de que él pudiera responder, ella extendió la mano para tirar de su ropa y dijo con voz temblorosa, —Estoy dispuesta a pagarte de vuelta. Haré cualquier cosa…
Las pupilas de Joseph se contrajeron. Agarró la mano de Lucille y la envolvió fuertemente en sus brazos.
Lucille sollozaba. —Dime qué tengo que hacer para que aceptes. Lo haré mientras esté dentro de mis capacidades. ¡Estoy hablando en serio!
Ella levantó la mano como si estuviera tratando de prometer algo.
En la noche, los relámpagos cruzaron el cielo y se reflejaron en el rostro pálido de la chica.
Joseph tenía el brazo alrededor del hombro de Lucille. Un atisbo de compasión cruzó sus ojos, pero lo más importante era hacer que Lucille recuperara su racionalidad. De lo contrario, si permanecía en ese estado mental, sufriría un colapso mental completo.
—Escúchame, Bobo. Te ayudaré con lo que sea que quieras. No importa lo que quieras hacer, siempre estaré a tu lado.
Joseph extendió la mano para acariciar la mejilla de Lucille y la persuadió en un tono de dulzura sin precedentes, —Si quieres ir a casa, te llevaré a casa, ¿de acuerdo?
—¡Sí, sí! —Lucille asintió vigorosamente, pero la ira en sus ojos rojos aún no se había disipado. Todavía estaba al borde del colapso.
Después de recibir la promesa de Joseph, sostuvo su mano firmemente y caminó hacia el sureste paso a paso.
—Casa… Nadie puede impedirme llegar a casa…
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