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  3. Capítulo 195 - Capítulo 195: Lyander Wolfhart 45
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Capítulo 195: Lyander Wolfhart 45

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Por un momento, el mundo pareció detenerse. Incluso el viento contuvo la respiración.

—¿Como… marcada? —preguntó Liora después de un minuto entero. Su corazón latía como loco.

Lyander asintió lentamente.

Liora parpadeó, sorprendida. Su corazón latía con fuerza, no por miedo, sino por el peso de sus palabras. La sinceridad. La promesa.

Frente a la guerra, cuando la muerte era una sombra acechando en cada esquina, Lyander no estaba pidiendo para siempre. Estaba pidiendo el ahora. Un vínculo que desafiaría incluso al destino.

Su voz estaba atrapada en su garganta, pero logró esbozar una pequeña sonrisa temblorosa.

—¿Hablas en serio?

—Nunca he hablado más en serio —dijo él—. Si esta es nuestra última oportunidad, quiero pasarla unido a ti. Sin secretos. Sin dudas. Solo tú y yo.

Liora tragó con dificultad, la emoción espesa en su pecho. Entonces asintió, inclinándose hasta que su frente tocó la de él.

—Entonces sí… lo haré.

Sus labios se encontraron en el tranquilo crepúsculo, y por un momento, la guerra, la sangre, el miedo… todo se desvaneció. Todo lo que quedaba era la promesa de algo hermoso en medio de la ruina.

Un amor nacido no en la paz, sino en el fuego que amenazaba con consumirlos.

Lyander llevó a Liora de vuelta a la laguna una vez más, un refugio escondido en el corazón del bosque. Era solo un viaje de unas pocas horas, montados sobre su enorme lobo.

Se les permitió esta breve escapada; Liora había asegurado a todos que Rhett no atacaría durante algunas semanas más, respaldada por los espías. Una calma antes de la tormenta.

Cuando se acercaron al claro familiar, Liora saltó y corrió adelante, el viento atrapando su cabello mientras la risa brotaba de sus labios.

Lyander se quedó atrás, no porque no pudiera seguirle el ritmo, sino porque, por una vez, a su lobo no le importaba dejarla liderar. O más exactamente, quería que lo hiciera.

La vista era algo que no quería perderse.

Liora miró por encima de su hombro con un brillo travieso en sus ojos. Sabía que él estaba mirando, contando con ello, incluso. Se movía con un contoneo extra en sus caderas, cada paso deliberado y provocativo, la curva de su cuerpo enmarcada por la luz de la luna mientras los árboles se abrían para revelar la laguna.

Y si la imagen por sí sola no era suficiente para volver locos a Lyander y a su lobo, había algo más flotando en el aire. Un aroma sutil e intoxicante que hizo que cada instinto en él se pusiera en alerta. Dulce, espeso, cálido deseo.

«¿Feromonas?», Lyander parpadeó, tomado por sorpresa. «¿Las ninfas liberaban olores de apareamiento?». Honestamente no lo sabía. Y ahora mismo, no le importaba.

Su lobo gruñó bajo en su pecho, las fosas nasales dilatándose para capturar cada gota de su excitación como si fuera el aire que necesitaba para respirar.

El control de Lyander se debilitaba con cada paso que ella daba, el lado primitivo de él susurrando todas las cosas que podría hacerle bajo los árboles, en las orillas musgosas o en el abrazo del agua.

No solo la deseaba, la necesitaba. Cada centímetro de ella. Cada sonido que hacía. Cada respiración que tomaba mientras fuera suya.

Mientras se movían por el bosque, encontró su mente divagando, peligrosamente. Planeando. Imaginando. ¿Con qué posición empezaría? ¿Cuál la dejaría temblando, jadeando, suplicando por más?

Los pensamientos de su lobo pintaban imágenes vívidas y embriagadoras de ella debajo de él, encima de él, envuelta a su alrededor. Las posibilidades giraban como fuego en sus venas.

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¿Y lo peor? Su lobo no podía decidirse. Cada opción parecía mejor que la anterior.

Lyander resopló por lo bajo, sacudiendo la cabeza.

—No creo que vayamos a tener tiempo de explorar todas tus fantasías hoy —murmuró.

Su lobo dio un bufido irritado en respuesta, prácticamente haciendo pucheros en su mente.

¿Cómo podía Lyander pensar que algo era más importante que tener a Liora completa y totalmente para ellos?

Guerra, peligro, estrategia… a su lobo no podía importarle menos. Podría matarlos a todos. Todo lo que importaba era ella. Su aroma. Su cuerpo. El calor floreciendo entre ellos como un incendio forestal.

Lyander no podía decir exactamente que estuviera en desacuerdo.

Pero ahora estaban en guerra, y cada momento juntos era tiempo prestado. Un aliento robado. Un latido no prometido.

Aun así, su mirada volvió a Liora, brillando suavemente bajo la luz de la luna, su risa bailando en el aire. Ella se detuvo al borde del agua, sumergiendo los dedos de los pies en la fresca laguna y mirándolo con esa misma sonrisa atrevida.

Podía notar que ella sabía exactamente lo que estaba haciendo. Provocando. Tentando.

Su lobo dio un gruñido satisfecho, los ojos fijos en su forma mientras su energía brillaba levemente con deseo. El aroma se hizo más fuerte, más dulce. La respiración de Lyander se entrecortó. Ella estaba lista.

Y él también.

Pero incluso cuando el fuego en sus venas lo impulsaba hacia adelante, Lyander se recordó a sí mismo que esto no se trataba solo de deseo físico. Era más que lujuria. Esta era su compañera ahora. La que el destino le había dado en medio del caos.

Y si esta guerra realmente era su último capítulo, entonces haría que cada segundo con ella contara.

No solo como un lobo solitario.

Sino como suyo. Completamente.

En el siguiente momento, Liora comenzó a quitarse la ropa, sin romper nunca el contacto visual con él. No había vacilación en sus movimientos, solo anticipación. Sus ojos brillaban con emoción, resplandeciendo como plata fundida bajo la luz de la luna.

El lobo de Lyander surgió hacia adelante, tomando el control con una voz espesa de necesidad y mando.

—A cuatro patas —gruñó.

«Adiós a lo lento y tierno», pensó Lyander con una sonrisa irónica. Su lobo no tenía paciencia.

Liora parpadeó, sorprendida al principio, pero la mirada de sorpresa rápidamente se derritió en algo más… algo salvaje.

Obedeció, silenciosamente girándose y bajándose sobre la suave manta de piel que habían extendido debajo de ellos. Sus palmas se hundieron en la superficie mullida, su espalda arqueándose, sus caderas elevándose.

Se posicionó con un jadeo silencioso, su respiración entrecortándose mientras el aire nocturno besaba su piel expuesta. Su cuerpo temblaba, ya fuera por nervios, deseo o ambos, Lyander no podía decirlo. Pero la visión de ella ofreciéndose tan abiertamente, tan voluntariamente, hizo que algo primitivo dentro de él rugiera.

La rodeó lentamente, dejando que el momento se extendiera, saboreando la forma en que ella se estremecía bajo su mirada. Su vulnerabilidad en esa posición era innegable, pero también lo era su confianza. Eso era lo que más lo deshacía.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com

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