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  3. Capítulo 288 - 288 Verdad
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288: Verdad 288: Verdad —Oye, mírame.

Solo estamos tú y yo aquí —sus palabras cortaban el caos, un salvavidas que la anclaba a la realidad—.

Dime qué sucede, Stella.

Vamos a resolver esto juntos.

Un destello de reconocimiento se encendió en sus ojos, y un temblor la recorrió mientras sus defensas flaqueaban.

Se dejó envolver en sus brazos, sus lágrimas manchaban su camisa de vestir como un chaparrón en tierra reseca.

—Oh, Matteo, nunca pensé que llegaría a esto —confesó, su voz temblaba con un cóctel de alivio, miedo y vulnerabilidad.

Mientras sus lágrimas fluían, él se agachó hasta el suelo, acogiéndola en su abrazo protector, ofreciéndole consuelo en medio de la tormenta que amenazaba con consumirla.

—Cuéntame —su voz se suavizó, incitándola a abrirse.

Stella sollozó, sus emociones aún a flor de piel, y comenzó su narración vacilante.

—Él me hacía hacer… cosas terribles —admitió, el peso de su confesión colgaba pesadamente en el aire.

La intuición de Matteo instantáneamente suplió la identidad del elusivo ‘él—su exnovio.

Bajo circunstancias normales, un brote de celos podría haberlo recorrido, pero ahora su preocupación se centraba en la profundidad de su sufrimiento.

—¿Qué cosas terribles, Stella?

—preguntó con delicadeza, su curiosidad teñida con un atisbo de aprensión.

Las posibilidades bailaban en su mente, pero necesitaba escucharlo de ella.

Stella dudó, su mirada fija en un recuerdo distante.

Me obligaba a tener sexo…

Las palabras flotaban entre ellos, cargadas de una historia no dicha.

Los pensamientos de Matteo divagaban por un camino conocido—oh, el oscuro reino de los videos sexuales, una herramienta de chantaje tan antigua como el tiempo que explotaba la vulnerabilidad.

Contempló la trayectoria de la conversación, un silencio meditabundo se asentó sobre él.

Por mucho que buscaba una respuesta medida, la idea del toque de otro hombre sobre Stella encendía un brote de protección que luchaba por ocultar.

—Él me…

ataría en contra de mi voluntad y me haría…

cosas desagradables —continuó, su voz teñida de una mezcla escalofriante de dolor y amargura—.

Finalmente sucumbía, indefensa ante su control sobre mis deseos, mis elecciones, sobre mi vida.

Se sentía como ser manipulada por un control remoto.

Hui cuando tuve la oportunidad, pero los recuerdos se aferraron a mí como una sombra.

Viví con un miedo abrumador, un recordatorio constante a través de pesadillas insoportables.

Pero tú entraste en mi vida, y comencé a olvidar.

Todo mejoró, hasta ahora.

Todo ha vuelto para atormentarme.

Su torrente de palabras fluía como una confesión, exponiendo sus vulnerabilidades y desentrañando las capas de su dolor.

La forma en que se retraía de su toque, encogiéndose en una bola frágil, dejaba al descubierto la profundidad de su sufrimiento, revelando las profundas cicatrices grabadas en su ser.

—Nunca quise que supieras sobre ello por lo que ya teníamos —su voz fluctuaba, cargando el peso de su pasado—.

Después de que tuvimos sexo, sentí el cambio, la distancia que pusiste entre nosotros.

Temía que cualquier cosa más nos destrozaría por completo.

Por eso, si tenía que caer ante tus ojos, quería que fuera como una farsante—una máscara engañosa en vez de la imagen de una víctima sedienta de sexo.

Me volví egoísta, y ahora estoy pagando el precio—perderlo todo…

El autoreproche era una presencia palpable en el aire, y la frustración de Matteo se encendió en una decidida resolución.

—¡No vamos a perder nada!

—replicó él, su voz entremezclada con una ira que exigía ser escuchada.

Las ganas de confrontar al hombre sádico que había llevado a Stella a estas profundidades le roían.

Sin embargo, sabía que necesita tranquilizar su furia para navegar estratégicamente esta peligrosa situación.

—Dame un nombre —sus palabras cortaron la atmósfera cargada como una cuchilla a través de la niebla.

—Nolan —susurró ella—, su voz teñida de tanto miedo como desafío.

Con una voz gélida de determinación e intención de matar, Matteo declaró:
—Voy a encontrar a ese bastardo y acabar con él.

La confesión de Stella se deshizo ante Matteo como un delicado tapiz de dolor y vulnerabilidad.

Sin dudarlo, la envolvió en sus brazos, con la esperanza de transmitir un santuario protector en medio de la tormenta.

Su oficina se convirtió en un refugio, su presencia envuelta en sus paredes como un jardín secreto donde las emociones podían florecer libremente.

A lo largo de su revelación, el anhelo de Matteo por borrar su sufrimiento, por curar las fracturas que marcaban su espíritu, crecían dentro de él.

Anhelaba limpiar las sombras que se aferraban a ella, reemplazándolas con un lienzo pintado en tonos más brillantes.

Sin embargo, en ese momento, se limitaba al papel de un oyente empático, absorbiendo sus palabras con cada fibra de su ser.

Con su pasado expuesto, sus miedos y sueños revelados, las compuertas de su determinación se abrieron de golpe.

Se resolvió a ser su ancla, a navegar los mares tempestuosos de sus recuerdos y guiarla hacia nuevos horizontes rebosantes de alegría.

—Cuando salí hacia la oficina —su voz era un murmullo suave—, deseaba que estuvieras allí.

Sabía que tu presencia detendría cualquier caos inminente.

Gracias por encontrarme, Matteo —su cuerpo se acurrucó instintivamente, buscando refugio en su abrazo.

—No deberías ocultarme cosas más, eso fue una situación muy peligrosa.

No podría soportarlo si algo malo hubiera pasado —la voz de Matteo, una suave reprimenda, giraba como una caricia en el aire.

Sus dedos, susurrando empáticamente, trazaban patrones delicados a lo largo de su espalda, calmando sus nervios deshilachados.

—Estoy bien ahora, gracias a ti —la respuesta de Stella, una suave admisión, fluía en armonía, apoyando su cabeza en su pecho mientras se acurrucaban juntos.

En el capullo de su vulnerabilidad compartida, un pensamiento abrupto perforó la tranquilidad.

Stella se sentó de golpe, su movimiento súbito sacando a Matteo de su ensimismamiento.

Su preocupación irradiaba, una pregunta bailaba en sus ojos.

—¿Qué pasa?

—Sus palabras eran un suave impulso, un salvavidas lanzado para atrapar sus pensamientos vacilantes.

La urgencia en su consulta persistía, igualando el ritmo acelerado de su pulso.

—El dinero… —Las palabras de Stella pesaban en el aire, una carga palpable presionando contra la habitación.

Un suspiro de exasperación, teñido de resignación, escapó de los labios de Matteo mientras se reclinaba en el respaldo del sofá.

N/D: Hola chicos, así que he comenzado la historia de Remo como un libro independiente, por favor estoy participando en una competición así que añádanlo a su biblioteca y por favor voten por mí.

Título: Matrimonio por contrato: La Novia del Diablo.

¡Gracias!

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com

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