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Capítulo 201: Profecía del Vůdce – Parte【7】
Fobos mencionó que no le queda mucho tiempo y que su momento de entrar en las puertas de la luna está cerca. Su pequeño grupo de hembras se sitúa cerca detrás de ella, sus ojos firmemente en mí, sin embargo, sus miradas son bastante diferentes a las que me encontré la primera vez. Ahora me miran con respeto, admiración… amor. Les regalo a cada una una sonrisa acogedora recibiendo varias a cambio de ellas que despiertan una sensación única en mi corazón.
—Deseaba presentarte formalmente a estas hembras. Las he entrenado lo mejor que he podido y te servirán hasta el final de sus días —dice Vůdce.
Fruncí el ceño con desconcierto, ¿ella desea ofrecerme sus hembras? Miro hacia arriba a Fobos en busca de respuestas, pero él ya tiene sus radiales azules pegados a mi carne mirándome desde arriba con el máximo orgullo, lo cual me confunde. No entiendo.
—Estas son tus hembras, Vůdce —murmuro. Como Luna, podría haber despojado legítimamente a la sanadora de su autoridad, haberla convertido en una hembra insignificante como las otras y haber tomado a estas hembras como mías por la fuerza, pero no lo hice porque sentí que era innecesario. Pero aquí está ella presentándomelas. Una vez declaró que me serían entregadas cuando me convirtiera en reina, pero a lo largo de los años había olvidado esto, pues verla con las hembras se había vuelto algo normal.
—Nunca fueron mías. Solo las entrené, para ti.
—¿Para mí?
—Sí. Fueron elegidas a mano por mí mucho antes de que llegaras, no para ser guerreras de la manada o de Alfa Fobos, sino para ti. Solo para ti.
—No necesito protección.
—No están aquí para protegerte sino para fortalecerte, Luna. Estarán a tu lado en todo momento —¿Serán estas hembras similares a lo que posee Lumina? ¿Mi propio grupo cerrado de lobos que adoraré? —Di tu juramento —Vůdce ordena y las hembras son ágiles al arrodillarse frente a mí con las cabezas inclinadas y las miradas posadas en mis botas.
—Nuestra vida es tuya, Reina —declaran al unísono mientras ponen sus palmas sobre sus corazones mientras yo les inspecciono lentamente sin palabras por sus repentinas acciones. No esperaba esto.
Nuestros lobos nos escrutan de pie al margen sin hacer un solo sonido mientras la corona de huesos que Vůdce intencionadamente había guardado de mí finalmente es colocada sobre mi cabeza por ella. Las hembras se levantan y avanzan hacia mí ocupando sus lugares detrás de mí como una vez lo hicieron con la líder de las hembras rodeándome como un escudo impenetrable.
Vůdce se inclina profundamente con toda la fuerza que posee junto con una amplia sonrisa pintando su rostro. Cuando se estabiliza para mirarme, me encuentro con un cariño indescriptible que está enterrado profundamente dentro de esos ojos espeluznantes suyos —He estado esperando pacientemente este día. Siempre supe desde el primer día que entraste en nuestras tierras. Que eres digna de ser la reina de las bestias. Nuestra legítima Reina —susurra enviando un conjunto magnético de escalofríos por toda mi columna vertebral. Ella jala la concha que está enganchada a su atuendo llevándola a su boca y sopla en ella, un grito prolongado y agudo que asciende hacia el cielo de invierno que hace que nuestros lobos se arrodillen en la nieve y bajen sus cabezas. No a Fobos sino a… mí.
—¡Nuestra reina! —grita Fobos acompañado por un retumbo resonante que arranca de su garganta mientras golpea su musculoso pecho con su puño, su voz retumbando en olas de orgullo y poder.
—¡Nuestra reina! —aclama la manada y yo tiemblo abrumada por todo lo que está sucediendo.
Fobos me atrae más hacia él, sus palmas acunando mi rostro mientras coloca su frente sobre la mía mientras la manada continúa entonando mi título con aplausos y zumbidos bajos. —Mi reina. Mía —susurra orgullosamente empujándome con la punta de su nariz mostrando su afecto y yo trago mientras los latidos de mi corazón se aceleran mientras miro sus azules lustrosos. ¿Debo decirlo? Este sería un momento perfecto. Quería revelarlo en su cumpleaños, pero ahora me parece el momento adecuado.
—¿Te gustaría un regalo de cumpleaños adelantado, Fobos? —mi voz es apenas un susurro entre los cánticos rugientes de nuestros lobos.
—¿Regalo de cumpleaños? ¿Ahora? —él pregunta con el ceño fruncido. Asiento con temblor ganando un gruñido ronco de aceptación de él. Recibirá lo que sea que le dé en este momento.
Agarrando su muñeca derecha, dirijo su extremidad hacia mi vientre y coloco su palma sobre mi carne. Su ceño se profundiza, él no comprende qué estoy haciendo. —Una gran familia —susurro.
—¿Una gran familia? —él sigue mis palabras como si intentara entender qué estoy tratando de decir. ¿Acaso este lento macho necesita que sea más precisa que esto? Fobos levanta su puño izquierdo y nuestros lobos se callan de inmediato prestando atención a su comando silencioso. —No entiendo qué estás tratando de expresar, Drahá.
—Estoy embarazada, tú tonto macho —murmuro con un resoplido ganando numerosos gasps de nuestro alrededor. Los ojos de mi macho se agrandan de sorpresa mientras mira hacia atrás y adelante desde mi vientre a mis ojos alegres ganándome una risa de mi parte.
Luego desvía su mirada hacia Vůdce, quien nos observa con una sonrisa pacífica en su rostro. —Gemelos —informa Fobos y ella le da una breve afirmación con la cabeza como si lo que él acabara de decir fuera la verdad absoluta.
—¿Qué? ¿Qué significa eso? —pregunto.
Mi macho comienza a reírse a carcajadas con la cabeza echada hacia atrás, el rico sonido envolviéndome en una burbuja de calidez. —No puedo creer esto.
—Mejor respóndeme, bestia.
—Significa gemelos, mi girasol. Darás a luz a gemelos —¿Acaba mi macho de decir… gemelos?
—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo puedes estar seguro de esto?
—¿Recuerdas esa noche que dejaste nuestras tierras cuando la sanadora me llamó mientras estábamos en la tienda?
—Sí.
—Eso era. Era la profecía de Vůdce.
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