326: Capítulo 326 326: Capítulo 326 Rosa y Zayne caminaron hacia el jardín.
Rosa vio muchas flores que no había visto crecer en otros jardines en casa, así que quiso llevarse algunas para traer consigo un pedazo de este reino cuando tuviera que marcharse.
También le daría algo que mostrar cuando tuviera invitados.
—Zayne, ¿hay algo que quisieras que hiciera por ti?
Haces más por mí de lo que yo hago por ti.
Ahora que estamos aquí, puedo hacer algo lindo por ti con la ayuda de mis padres, así que dímelo y empezaré a prepararlo —dijo Rosa.
Antes de que Zayne pudiera dar la respuesta habitual, Rosa añadió —No puedes decir que solo necesitas que te ame.
Quiero hacer algo especial por ti.
Zayne lo pensó.
No necesitaba nada de Rosa ni de nadie en ese momento.
Todo lo que quería era que ella estuviera segura pero como ella quería hacer cualquier cosa, tuvo que pensar en algo.
—Se acerca el invierno, ¿qué tal una bufanda?
—¿Una bufanda?
—Rosa repitió—.
¿Quieres que te teja una?
—Pensé que podrías simplemente comprarla pero si la haces, la amaré aún más.
Fue lo primero que se me vino a la cabeza.
Puedes sorprenderme con cualquier cosa Rosa.
Estoy seguro de que si le dices a mi madre, ella tendrá muchas ideas para ti.
Estoy contento con cualquier cosa que hagas por mí —dijo Zayne ya que apreciaba el pensamiento que ella pondría en ello.
—Debo hacer algo por ti para no sentir que nuestra relación es unidireccional en cuanto a regalos.
Me emboscaste con cuántos regalos de boda preparaste para mí.
Debo hacer algo —dijo Rosa, tratando de pensar en qué haría.
Zayne colocó su mano en su vientre.
—Ya me has dado un regalo.
—Eso no cuenta ya que tú tuviste un papel en esto —dijo Rosa, mirando hacia el suelo ya que era embarazoso decirlo—.
Simplemente espera un regalo de mí.
Quiero echar un vistazo por el pueblo mañana, así que tal vez encuentre una respuesta.
Quizá podría mandar a hacer una espada para ti.
—Solo uso a un herrero pero colgaría con gusto tu espada en la pared en casa —respondió Zayne.
Rosa sacudió la cabeza, descartando esa idea.
—No necesitamos más de tus armas colgadas en nuestro hogar.
Pienso que deberíamos bajarlas cuando se acerque el momento del nacimiento del bebé o quizás revisar los cuartos.
¿Es seguro?
—Rosa, tenemos mucho tiempo para prepararnos.
Durante la primera parte de la vida de nuestro hijo, no podrán caminar.
A menos que la persona que los sostenga sea tonto como para jugar con las espadas en la pared mientras sostiene a nuestro hijo, entonces no pasará nada —dijo Zayne para tranquilizar a Rosa.
—Deseo criar a nuestro hijo sola.
No me refiero a dejarte —explicó Rosa antes de que sus palabras fueran malinterpretadas—.
Me refiero a no contratar a nadie para hacerlo.
No tengo mucho que hacer durante el día.
He llegado a un punto de estudiar por mí misma y las visitas de mi tutor se están haciendo menos frecuentes.
Puedo hacerlo.
—Si eso es lo que quieres entonces puedes hacerlo, Rosa.
Nadie puede decirnos qué hacer con respecto a nuestro hijo.
Estaré en casa para ayudar.
Será una experiencia de aprendizaje para los dos —dijo Zayne.
Rosa no lo pensaba así.
—Tienes un sobrino.
—No mentiré y diré que he estado mucho con él cuando era más joven.
No tienes idea de cuánto evitaba el palacio a menos que hubiera una reunión importante a la que debía asistir.
Además, ser tío es diferente a ser padre.
Se lo devuelvo a mi hermano cuando estoy listo para irme —explicó Zayne la diferencia.
Rosa se rió y estuvo de acuerdo en que era diferente.
—Bueno.
Entonces será la primera vez para nosotros.
Nunca he estado cerca de un bebé antes.
Los hijos de mis amigos ya no son tan pequeños y ninguna de las mujeres había llegado tan lejos para tener a sus hijos y Graham no veía utilidad en comprar un bebé.
Sería solo ruido para molestar a sus clientes.
—¿Qué tan pequeños son al principio?
—se preguntó Rosa, mirando su mano para imaginarlo.
Necesitaría ser extremadamente cuidadosa.
—Son bastante pequeños por lo que he visto —respondió Zayne.
—Entonces, ¿podrías haber sido un bebé pequeño?
—preguntó Rosa, esperando que fuera así.
—No lo sé.
Nunca le pregunté a mi madre y no confiaría en los viejos retratos.
La mayoría están arruinados por lo viejos que están y mi tamaño no era preciso en mi opinión.
Era más bajo que mis hermanos al principio pero luego crecí más alto que ellos en un abrir y cerrar de ojos.
Podría haber sido un bebé pequeño —dijo Zayne para tranquilizar la mente de Rosa—.
Tú también podrías haber sido un bebé grande.
—Debería preguntarle a mi madre cuando entre.
Espero que nuestro hijo sea amable conmigo y trate de no causarme demasiado dolor.
Perdóname si descargo mi enojo contigo.
Mis amigas dijeron que gritaban a sus maridos cuando venían a ver al bebé.
Estarás en la habitación conmigo, ¿verdad?
No me dejarás —dijo Rosa, pensando en lo que sus amigas le habían contado.
—Si así lo quieres, estaré a tu lado.
Mi mano es tuya para sostener tanto como quieras y puedes echarme la culpa si necesitas.
No me importa —sugirió Zayne.
—Quiero que estés allí conmigo.
Es aterrador por lo que me han contado mis amigas —dijo Rosa.
Rosa no quería estar sola con gente que no conocía bien.
Quería que Zayne estuviera justo allí al lado de ella sosteniendo su mano.
Fue en momentos como este que Rosa vio cuán afortunada era por el deseo de Zayne de estar presente en un momento en que la mayoría de los hombres se quedaban fuera de la habitación.
Había muchas tradiciones en el pueblo que Rosa no quería mantener.
En su opinión era perfectamente aceptable que Zayne ayudara a criar a su hijo y que presenciara su nacimiento.
Ya no sería una dama perfecta para el pueblo ya que las cosas que se suponía que las damas hacían no tenían sentido, en opinión de Rosa.
Rosa apoyó su cabeza en el brazo de Zayne mientras caminaba, disfrutando de la paz que tenían ahora antes de que Anna viniera a reiniciar las celebraciones.
Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com