Capítulo 364: LA MANIPULACIÓN Capítulo 364: LA MANIPULACIÓN Anna quería gritar y ladrar en su cara, pero se vio obligada a tragarse su verdadera reacción.
—¿Qué quieres decir? —preguntó de la manera más tranquila posible.
Tenía que ser muy gentil y dulce y mantener la apariencia de que era la buena hermanita que él veía.
—Erik no me contó sobre el hecho de que ustedes dos estaban unidos —dijo Xaden—. Él no es solo alguien en mi manada. Él es mi Gamma. Mi segundo al mando. No tiene derecho a ocultarme eso. Él sabía desde que estábamos lejos de la manada y yo nunca lo habría sabido hasta que tú lo dijiste. No puedo confiar en él. No ahora.
Ella se sintió enrojecer de ira.
Pero reprimió sus emociones.
—Pero no fue solo culpa de Erik —explicó Anna—. Yo tampoco te lo dije. También deberías estar enojado conmigo.
Él negó con la cabeza. —¿Cómo podría estar enojado contigo? Todavía eres nueva en la manada y solo los dioses saben las cosas terribles que has soportado en ese lugar abandonado por Dios. Así que sí, entendería si no quisieras decírmelo sobre ustedes dos. Nunca podrías hacer nada malo a mis ojos.
—Pero Erik —dijo oscuramente—. Erik debería haberlo sabido mejor. Si pudo ocultarme algo así, ¿qué más podría ocultar? ¿Quién sabe? Lo he conocido por más de una década ahora. Él sabe lo que hizo.
Ella no podía antagonizar más a Erik. Solo empujaría a Xaden más lejos.
Así que manipular a Erik quedaba descartado.
Xaden había dicho que ella nunca podría hacer algo malo a sus ojos.
Tal vez podría antagonizarse a sí misma y entonces él la compadecería y perdonaría a Erik.
Así que Anna comenzó a llorar. —Por favor, no lo castigues por mis pecados. Él quería decírtelo tan pronto como se enteró, pero le dije que aún no quería. Le dije que quería pasar un tiempo conociendo más a mi hermano y que me diera tiempo para pensarlo. Él quería hacértelo saber porque te respeta. Fui yo quien le suplicó que te lo ocultara. Si vas a castigar a alguien, por favor castígame a mí y no a él.
Y entonces las lágrimas comenzaron a fluir como un grifo.
Ella lloró y lloró.
Xaden se levantó de su asiento y la sostuvo.
Ella lloró aún más y entonces él suavemente le frotó la espalda y limpió sus lágrimas.
—No quiero verte llorar nunca —le dijo.
Ella sollozó. —Por favor, no castigues a Erik. Castígame a mí.
Él la miró y suspiró débilmente. —Desearía nunca tener que hacer esto. Nunca quiero lastimarte.
Ella sonrió suavemente sabiendo que iba a cambiar de opinión por ella.
Pero él la sorprendió cuando en su lugar dijo. —Por eso no puedo darte mi bendición a ti y a Erik.
—¿Qué? —dijo ella, temblando de nuevo.
—Eres mi única hermana. Querría entregarte a alguien en quien confíe. Alguien de quien no tengo dudas. Erik ocultó algo así de mí. No puedo perdonarlo. Al menos no ahora. Tendría que demostrar que está en lo correcto.
—Pero soy yo a quien estás lastimando —lloró Anna con total incredulidad.
—Y me duele ver eso, pero no tengo elección. Esta es mi última palabra sobre este asunto —ella sintió su cuerpo enfriarse con sus palabras.
¿Por qué era tan obstinado?
¿Por qué era tan astuto y difícil?
—Además, dijiste que querías pasar más tiempo conmigo y esa fue la razón por la que le impidiste decírmelo, ¿no es así? —preguntó—. Entonces ahora podemos usar este tiempo para estar juntos. Quiero conocer más a mi hermana antes de que se case y deje mi manada.
Anna quería gritar y gritarle y decirle que no le importaba pasar tiempo con él.
Ella se preocupaba por su hermano, sí.
Pero su emparejamiento era más importante.
Todo el tiempo que estuvo en la manada vivió con el miedo de que nunca tendría la oportunidad de encontrar a su compañero.
Temía que nunca experimentaría la alegría de encontrar a su propio compañero.
Y ahora la diosa le había dado uno a pesar de ser una persona tan horrible.
Y mejor aún, a alguien como Erik que era amable y gentil.
Tenía que aprovecharlo y hacer buen uso de ello.
—No fue su culpa —suplicó Anna—. Acabo de decirte que él desobedeció por mí, ¿no puedes entender eso?
Él negó con la cabeza —No, no puedo. Tú, sí. Pero definitivamente no él. Él cometió el error, no tú. Tienes que creerme cuando te digo que estoy eligiendo lo que es mejor para ti.
Anna se soltó de su abrazo.
Dado que la manipulación suave no funcionó, decidió recurrir a una manipulación más viciosa.
—Me odias —dijo.
—¿Qué? —preguntó él, sorprendido.
—Me odias. Porque te recuerdo a la manada de Luz de luna —dijo.
—Eso no es cierto —dijo él extendiendo la mano hacia ella de nuevo, pero ella sacudió su brazo para liberarse.
—No me toques —dijo.
—Puedo verlo en tus ojos. Me odias —dijo llorando—. Eres igual que ellos.
—No soy nada como esos bastardos —dijo él.
—Pero lo eres. Te niegas a dejarme emparejar con Erik porque quieres venderme a otra manada. Quieres casarme con una familia prestigiosa para fortalecer lazos.
—Nunca te haría eso —juró él.
Ella sacudió la cabeza y comenzó a llorar.
Xaden estaba a punto de hablar cuando la puerta se abrió de golpe y el propio Erik entró.
—Xaden. Jazmín acaba de desmayarse —dijo Erik.
Y para sorpresa de Anna, ella pudo ver literalmente cómo se erizaba el pelo en su cuello en el momento en que escuchó esas palabras.
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