Capítulo 347: SU ESCLAVA PERSONAL Capítulo 347: SU ESCLAVA PERSONAL —Pérdoname, Xaden —dijo Uther—. Realmente no tenía idea de que tenías compañía. No habría entrado.
—Está bien —asintió Xaden mientras cruzaba los brazos—. ¿Cuál es el problema?
Uther se encogió de hombros. —No es nada tan serio. Solo algunos asuntos que surgieron después de que te fuiste. No son de mucha importancia, pero quería darte una percepción anticipada especialmente porque una vez viví aquí y sabía cómo tu difunto padre, que la diosa descanse su alma, gobernaba.
A Jazmín no le gustaba su tío Uther.
Desde el momento en que lo conoció, no confió en él y era muy raro en ella juzgar un libro por su portada.
Y no era solo porque había venido con la primera compañera de Xaden.
¿Dónde habían estado cuando su familia fue masacrada?
¿Por qué habían aparecido convenientemente en la manada?
Ella no creía su historia de que habían estado escondiéndose y esperando a ser llamados.
Él era como todos los hombres que había llegado a ver.
Hombres como él tenían algo diabólico y no eran genuinos con sus intenciones.
Ella era una no transformada, pero a veces le sorprendía que sentía cuando alguien era una mala noticia incluso más que aquellos que ya eran lobos.
Se hundió más dentro de las sábanas para que él no la viera.
Xaden tomó un respiro tan profundo que toda la habitación lo escuchó.
—Está bien —dijo finalmente—. Te veré en mi sala del trono en unos minutos.
Uther sonrió de oreja a oreja. —Eso sería maravilloso.
Entonces Uther comenzó a inclinarse ante Xaden y luego Xaden procedió a detenerlo.
—Nada de eso es necesario de tu parte —dijo Xaden.
Uther sonrió y luego echó un vistazo rápido a Jazmín.
Estaban bastante lejos pero sus ojos se encontraron y Jazmín le lanzó una mirada fulminante.
Uther sonrió al salir y Xaden cerró la puerta.
Ella suspiró de alivio una vez que él se fue y logró sentarse y usar la cobertura de la cama para ocultar su desnudez.
Xaden se acercó a la cama y ella se sonrojó una vez más.
Se encontró deslizándose hacia atrás.
Era algo que había notado que hacía por costumbre.
No es que no lo quisiera o que su cuerpo no lo quisiera, pero había tenido hombres tratando de tocarla.
Así que siempre se retraía del toque de cualquiera, sin importar quiénes fueran, hasta que se conocieran sus intenciones.
Simplemente recogió su vestido roto y suspiró.
Luego caminó hacia donde estaba su enorme cómoda y sacó una camisa grande para ella.
—Ponte esto —ofreció él.
Ella tragó y negó con la cabeza. —No puedo.
—¿No puedes o no quieres? —preguntó él con una ceja levantada en desaprobación por su rechazo a su oferta.
Ella tragó de nuevo. —No puedo. Los demás me verían y tendrían pensamientos y podrían asumir.
Él rodó los ojos. —Jazmín, esta es mi manada. Yo soy el Alfa, y yo la poseo. Deberías tener más miedo de mí que de ellos.
Él lanzó la ropa hacia ella. —No puedes ponerte lo que queda del vestido. Ponte esto y luego encuentra algo mejor cuando estés en tu habitación.
Ella comenzó a ponerse roja otra vez. —P… Pero la gente asumiría.
Él presionó su mano en su frente con incredulidad. —¿Asumir qué? Que te follé.
Si pudiera convertirse en el color rojo mismo, lo habría hecho.
Estaba tan roja y sintió su cuerpo calentarse con la elección de sus palabras.
Ella asintió.
—Para tu información, todos saben que te follo cuando quiero. Estoy seguro de que los sirvientes y guardias en el pasillo podrían prácticamente escuchar cómo estabas gritando y rogando que pusiera mi polla dentro de ti y te follara el cerebro.
Ella debería sentirse indignada y disgustada por sus palabras.
Pero por vergüenza se puso roja y sintió cómo sus muslos se humedecían y mojaban.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que sus palabras, sin importar cuán brutales y crueles sonaran, solo hacían que lo deseara aún más.
Él dio una sonrisa torcida. —Y estoy seguro de que si pongo mi dedo entre esa miel tuya estarían chorreando mojadas.
Ella jadeó.
Y por vergüenza cerró la boca incapaz de decir una palabra, enterró su cara en las cubiertas porque él estaba diciendo la verdad.
—¿O deberíamos probarlo? —preguntó él.
Y entonces porque ella estaba sentada con las rodillas juntas, él se acercó y comenzó a separarle las piernas.
Ella comenzó a temblar de puro placer y se encontró comenzando a resistir y pronto sus piernas fueron separadas.
Él colocó sus dedos bajo las sábanas y puso su mano y pronto tocó su humedad.
Ella cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás ante la sensación familiar de él tocándola.
Se encontró empujando hacia arriba contra sus manos solo para que él la tocara más.
Su cuerpo tenía hambre de él.
Ella sentía cómo goteaba aún más mientras él comenzaba a pasar sus dedos suavemente entre ella.
Ella mordió su labio inferior.
Estaba volviéndose loca y justo cuando pensaba que él iba a hacer algo más que solo tocar sus partes más profundas, él se retiró, sorprendiéndola.
—Acabas de probar mi punto. —dijo él cruel.
Ella se dio cuenta de cuán estúpida se veía y estaba muy enojada consigo misma.
Él cerró sus piernas y enojado se levantó de la cama y trató de alejarse.
Pero él atrapó su cintura y la atrajo hacia él.
—Te voy a decir esto ahora Jazmín y me escucharás. Eres mía y me perteneces. Siempre me pertenecerás. No importa a dónde vayas. Y te mataré o a cualquiera que pienses que puedes dejarme por. Eres mía.
Ella se aterrorizó de él con esas palabras y luego la soltó.
Él lanzó la camisa hacia ella. —Serás mi sirvienta personal. Ese es tu trabajo en esta manada. Mis comidas, mi ropa, limpiar mi sala del trono y mi cámara. Incluso si estoy follando otras lobas, limpiarás el lugar. Belinda te asignará a tus nuevas tareas.
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