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Capítulo 228: 228. Recuerdos enterrados.
—Todo estaba oscuro.
—Él no podía ver nada.
—Él no podía escuchar nada.
—El único sonido que llenaba sus oídos eran las respiraciones rápidas que provenían de él mismo.
—Miraba una y otra vez y aún así no veía nada. No podía ver nada debido a la oscuridad y luego giró otra vez y vio un punto.
—Un punto verde, a lo lejos.
—Una luz —dijo entre respiraciones—. Algo sobre ese pequeño punto de luz lo llamaba. Aún no escuchaba nada pero realmente sentía que el punto le llamaba.
—O quizás era solo porque era la única luz en la oscuridad, así que caminó hacia ella. Al principio parecía como si caminara sin fin. Como si cuanto más caminaba, más pequeño se volvía el punto.
—Pero entonces, eventualmente, comenzó a crecer más grande. Y él se estaba acercando a la luz.
—Pronto se encontró caminando hacia esa luz, y tomaba forma, tomaba cuerpo, convirtiéndose en un lugar familiar.
—El lugar donde ella lo había traicionado.
—Y ahora, podía verse a sí mismo con esas mismas ropas, sosteniendo ese mismo ramo de flores rojas de Geranio, y podía verla a ella de pie allí.
—Estaba sucediendo justo como había ocurrido.
—En este punto, sabía que era un sueño, porque había estado en este escenario cientos de veces ya. Así que simplemente se dejó llevar.
—Ella se giró y sonrió, pero a diferencia de esa vez cuando realmente había ocurrido, su corazón no se aceleraba ahora al verla.
—Su corazón no se aceleraba, pero todo aún se desarrollaba tal como había sido.
—Justo como había sucedido entonces, había una copa bajo la mesa.
—Ella decía algo y él respondía algo. Y justo como en esa vez, ella sonreía tímidamente pero sin sonrojarse.
—Incluso entonces pensó que eso era extraño.
—Y ahora que lo pensaba, aún le parecía extraño. Tal vez ella no se sonrojó entonces porque sabía que planeaba traicionarlo eventualmente.
—Pero incluso ahora que sabía que ella lo traicionó al final de este sueño, justo como ocurrió en la vida real, aún lo encontraba extraño.
—Ella era una estrella. La mejor que había visto jamás. Podía fingir cada pizca de emoción. Él había sido testigo de eso de primera mano. Podía fingir lágrimas, e incluso fingir el enrojecimiento de sus mejillas. Entonces, ¿por qué no lo fingió ese día? ¿Por qué solo sonrió tímidamente sin sonrojarse?.
Pensaba demasiado en el asunto y sabía que era por las tonterías que ella le había dicho… que era alguien más, no ella. ¿Podría estar diciendo la verdad? Se preguntaba mientras el sueño continuaba desarrollándose. Por todos los dioses, quería que sus palabras fueran verdaderas. Tal vez esa era la razón por la que trataba de encontrar cosas que no estaban ahí.
Justo como en el sueño, su mano acariciaba su rostro, su cuello y sus ojos se desplazaban hacia el lecho de dalias detrás de ella. En aquel entonces, algo había captado su atención pero ella lo había besado antes de que pudiera concentrarse en aquello.
Sin embargo, en ese momento parecía como si el sueño se pausara para que pudiera prestar más atención a aquello…
Sangre.
Había manchas de sangre en algunos pétalos. De repente, su cabeza reproducía sus palabras, que había luchado, había luchado y luchado para escapar pero eran demasiados.
¿Podrían ser verdaderas sus palabras?, se preguntó de nuevo.
El sueño continuaba y la mujer frente a él lo besaba y él cerraba los ojos. Esto era, donde ella lo apuñalaba.
Y como esperaba, ella lo hizo… y sus ojos se abrieron para verla riendo, su mano en su cuello se desliza hacia abajo como lo hizo y de nuevo, el sueño se pausa y mientras su mano se desliza por su cuello, los volantes adjuntos al cuello alto de su vestido son empujados hacia abajo por su mano deslizante y…
—Su cuello está desnudo —se dio cuenta.
No había tatuaje en su cuello.
—¡Ugh! —Barak jadeó mientras se levantaba de la mesa donde se había quedado dormido. Mirando a su alrededor frenéticamente mientras partes del sueño se reproducían en su cabeza.
—¿Qué fue eso? —murmuró para sí mismo. Había tenido este sueño una y otra vez. Había visto cómo ella lo apuñalaba una y otra vez en ese sueño, pero esta era la primera vez que el sueño se desarrollaba así, deteniéndose en ciertos puntos.
—¿Qué fue eso? —murmuró de nuevo, ¿Un truco de mi mente? —se preguntó, ¿O recuerdos enterrados?
¿Podrían ser sus palabras llegando a su cabeza? Se preguntaba si era porque en el fondo, deseaba que ella no lo hubiera traicionado. En el fondo, quería que todo lo que ella le había dicho fuera cierto.
¿Era esa la razón por la que el sueño, por primera vez desde que lo venía teniendo, mostraba cosas que no había visto antes?
Para ser precisos, no estaba viendo cosas que no hubiera visto antes, solo que estaba notando cosas que había pasado por alto.
¿Podría ser realmente solo un truco de su mente debido a sus palabras? ¿O eran realmente recuerdos enterrados?
Si es así, ¿podría Neriah estar diciendo la verdad?
Estos pensamientos repetidos eran lo que pasaba entrando y saliendo de su cabeza cuando la puerta que llevaba al exterior se abrió y entró Mileka.
—Ya despertaste. Que Aveliana bendiga tu mañana, Su Alteza —saludó y él asintió en respuesta.
—Sé que no quieres que hable de la dama, pero ya es de mañana, ¿debería al menos conseguirle algo de agua para lavarse la cara, las manos y los pies? —preguntó y Barak miró hacia la puerta que lleva a su habitación.
¿Seguía ella ahí? Se preguntaba para sí mismo.
La razón por la que pudo dejar que el sueño lo abrumara anoche era porque estaba seguro de que ella no iba a huir. Era una mujer que amaba su vida por encima de todo, así que no iba a entrar voluntariamente en el bosque oscuro otra vez. Eso era lo que él pensaba.
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