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- La Extraña Novia del Príncipe Maldito
- Capítulo 481 - 481 Familiar pero extraño
481: Familiar pero extraño 481: Familiar pero extraño Los párpados de Alicia parpadearon débilmente al abrirse, y el mundo se precipitó como una ola gigante.
Una luz cegadora atravesó su visión, obligándola a entrecerrar los ojos por su intensidad.
Su cabeza latía como si una tormenta rugiera dentro de su cráneo, y un peso pesado parecía presionar contra su pecho.
El olor estéril y clínico del hospital invadió sus fosas nasales, mezclándose con el leve aroma de antiséptico.
A medida que sus sentidos se despertaban gradualmente, una sinfonía de pitidos, clics y murmullos mecánicos llenaba la habitación.
Cada sonido resonaba como un recuerdo lejano, un recordatorio fantasmal del mundo del que había estado desconectada.
Los dedos de Alicia se movieron mientras intentaba cambiar la posición de su cuerpo, pero una debilidad abrumadora la mantenía cautiva, volviendo sus extremidades plomizas e insensibles.
Su mente luchaba por despejar la neblina que nublaba sus pensamientos.
Sus recuerdos eran fragmentos desordenados, un rompecabezas que no podía armar.
El pánico comenzaba a crecer como una tormenta dentro de su pecho, y su corazón corría mientras trataba de comprender su entorno.
Parpadeó, lanzando miradas alrededor de la habitación.
Máquinas con luces parpadeantes y cables colgantes se erguían sobre ella, un bosque alienígena de tecnología que parecía tan fascinante como aterrador.
Intentó levantarse otra vez, pero sus músculos protestaron débilmente, su cuerpo sintiéndose como si estuviera hecho de plomo.
Su cabeza giraba, y el esfuerzo la dejó sin aliento.
Su confusión se profundizó mientras sus ojos barrían la habitación vacía.
¿Dónde estaba?
¿Por qué estaba sola?
Sus pensamientos eran un torbellino de preguntas y una tormenta de incertidumbre.
Fragmentos de memoria despedazada bailaban en la periferia de su conciencia.
Un puente, agua, un resplandor extraño…
Las cejas de Alicia se fruncieron mientras intentaba aferrarse a estas imágenes fugaces.
Recordaba estar de pie en el precipicio, una desesperación abrumadora amenazando con consumirla.
Y luego una llamada.
Y luego la zambullida en el frío abrazo del océano, la lucha por llegar a la superficie, el resplandor inquietante de la luna, su tirón hipnótico.
Pero los detalles permanecían escurridizos como granos de arena que se le escapaban de entre los dedos.
Se estremeció ante un dolor punzante que atravesó su cabeza, como si intentara traerla de vuelta de su ensueño desarticulado.
Gimió, su voz un frágil hilo de sonido.
Una tristeza inquietante se aferraba a su corazón como un sudario, tirando de sus emociones como una corriente implacable.
Era un dolor que desafiaba la explicación, un dolor que parecía emanar de las mismas profundidades de su ser.
Las lágrimas brotaron en sus ojos, y una sensación de impotencia la abrumó.
Sus emociones eran un torbellino, un remolino de desesperación que amenazaba con consumirla.
Quería gritar, liberar el torrente de angustia que amenazaba con ahogarla, pero las palabras permanecían atrapadas en su garganta.
Esta emoción la confundía aún más.
Se sentía como una extraterrestre en su propio cuerpo.
Justo entonces, la puerta rechinó al abrirse, y una figura entró en la habitación, bañada en la luz fluorescente que se derramaba del pasillo.
La mirada de Alicia se desplazó, y finalmente al ver un rostro conocido se desmoronó en alivio combinado con todas las otras emociones que sentía.
Era su representante, una mujer joven en sus treinta y tantos.
Tenía una pequeña bolsa en su mano, y la otra mano sostenía un teléfono en su oreja.
Estaba en medio de una llamada.
La voz de Mabel temblaba mientras hablaba en el dispositivo.
Tan pronto como su mirada se cruzó con la de Alicia, el teléfono se deslizó de sus dedos, cayendo al suelo, olvidado.
Las lágrimas brotaron en los ojos de Mabel, y se apresuró hacia adelante, su voz un susurro tembloroso.
—¡Oh dioses míos, estás despierta!
—exclamó ella.
Ella envolvió a Alicia en un abrazo apasionado, su cuerpo temblando de emoción.
—Pensamos que te habíamos perdido.
Pensé que te había perdido.
—confesó con voz quebrada.
—Los labios de Alicia temblaron mientras los brazos de su representante la envolvían en un abrazo estrecho
—Su mente era un mar tumultuoso de sentimientos encontrados: alivio, confusión, miedo y un anhelo por aferrarse a los esquivos recuerdos que danzaban justo fuera de su alcance
—Su cuerpo se sacudía con sollozos que no podía controlar, la represa de sus emociones finalmente liberándose
—Cada lágrima que caía llevaba consigo una ola de dolor, un sufrimiento que no podía articular del todo
—Era como si le estuvieran desgarrando el corazón, un dolor visceral que la dejaba luchando por respirar
—Su representante la abrazó aún más fuerte, su voz un murmullo reconfortante en el oído de Alicia
—Está bien, querida —murmuró él—.
No estás sola.
Estoy aquí contigo
—Las palabras eran un salvavidas, un recordatorio de que entre el torbellino de sus emociones, todavía había un anclaje a la realidad
—Alicia se aferró a su representante, sus dedos clavándose en la tela de su ropa como intentando anclarse en la tormenta
—Los sollozos sacudían su cuerpo, una liberación de sentimientos reprimidos que habían estado acumulándose en ella durante las profundidades desconocidas de su coma
—No podía identificar las razones detrás de su depresión o la fuente de sus lágrimas, pero en ese momento, no importaba
—Mabel se apartó un poco, sus ojos llorosos inspeccionando el rostro de Alicia como intentando leer sus pensamientos
—Hemos estado esperando este momento durante tanto tiempo —susurró, su voz temblorosa—.
Has estado en coma durante un…
un año.
Los médicos no podían explicar por qué no despertaste antes, pero…
estás aquí ahora —lloró
—Los labios de Alicia temblaron, y logró encontrar su voz, aunque débil
—¿Un año?
¿Cómo…
cómo es eso posible?
—Su voz contenía un rastro de incredulidad, una sensación de tiempo perdido que no podía comprender
—Mabel asintió, su expresión grave
—No entendemos qué pasó esa noche —dijo ella—.
Pero tú…
fuiste encontrada en la orilla, inconsciente y apenas con vida.
Es un milagro que hayas sobrevivido.
No sé…
no sé qué hubiera hecho si algo malo hubiera pasado.
Me sentía tan…
tan asustada —La mujer lloró en voz alta sin reservas
—Mabel era la mujer más fuerte que conocía.
Era el refugio seguro de Alicia.
Pasara lo que pasara en su vida, ella sabía que siempre podría contar con ella para manejar las cosas.
Hasta que Alicia se cansó de todo y quiso acabar con todo.
Ver a la mujer así ahora de una manera que nunca había visto rompió su corazón, y de inmediato se arrepintió de la decisión que había tomado
—Sin embargo, todavía intentaba asimilar la información que acababa de aprender.
Un año.
Un año
—Con un toque gentil, su representante secó las lágrimas de la mejilla de Alicia y sonrió a través de las suyas
—Gracias por volver —dijo ella con voz suave—.
Me pregunto, ¿por qué olvidé llamar al médico?
—Mabel estaba a punto de presionar el botón de llamada, pero Alicia dijo débilmente
—Alguien ya viene
—Mabel estaba a punto de preguntarle si ya lo había presionado, pero entonces la puerta se abrió y entró una enfermera, quien parecía sorprendida al encontrar a Alicia despierta
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