Novelas Ya
  • Todas las novelas
  • En Curso
  • Completadas
Avanzado
Iniciar sesión Registrarse
  • Todas las novelas
  • En Curso
  • Completadas
  • Urbano
  • Fantasía
  • Romance
  • Oriental
  • General
Iniciar sesión Registrarse
  1. Inicio
  2. Inocencia Rota: Transmigrado a una Novela como un Extra
  3. Capítulo 486 - Capítulo 486: Maestro (2)
Anterior
Siguiente

Capítulo 486: Maestro (2)

—El Demonio de la Espada.

El Duque conocía ese nombre. Después de todo, había causado bastante revuelo.

—Sí. Ese es uno de los nombres con los que me estoy quedando —respondió Lucavion. Pero aún no había terminado—. Pero eso todavía no es suficiente para ti, ¿verdad?

Su voz era tranquila, casi divertida.

—Después de todo, aunque el nombre Demonio de la Espada tenga peso, sigo siendo solo un espadachín renegado. Una mera anomalía. Alguien que ha sacudido el imperio, sí… pero solo un poco.

Levantó una mano.

Lentamente.

Deliberadamente.

Y entonces

Una luz negra comenzó a manar de sus dedos.

Oscura, fluida, pero extrañamente ingrávida.

El aire a su alrededor cambió.

La cámara se oscureció.

No por la ausencia de luz, sino por la mera presencia de algo más.

La energía negra se arremolinaba, elevándose como humo, pero en sus profundidades

Estrellas.

Pequeños y brillantes fragmentos de un cielo infinito, esparcidos dentro de la oscuridad, girando en una corriente invisible.

Y en ese momento

Thaddeus lo sintió.

Esa misma, inquietante familiaridad.

La misma presión que había sentido antes—cuando Lucavion había luchado contra Reinhardt.

Lucavion lo observaba, su sonrisa burlona se hacía más profunda.

—Esta energía debe resultarte familiar, ¿no es así?

El Duque no respondió.

No necesitaba hacerlo.

Lucavion podía verlo. El destello de reconocimiento. La silenciosa inquietud.

—Después de todo —continuó, bajando la voz, con sus ojos oscuros brillando—, has sentido algo así antes.

La energía arremolinada pulsó, expandiéndose ligeramente, las pequeñas estrellas parpadeando como brasas dentro de la oscuridad.

—En esa batalla…

Las palabras se asentaron entre ellos, más pesadas que el aire mismo.

La respiración de Thaddeus se detuvo.

La mirada de Lucavion se agudizó, fijándose en él, con voz tranquila

—Contra mi maestro.

La cámara se congeló.

Y entonces

—Cuando perdiste contra él.

Las estrellas dentro de la energía negra parpadearon.

Y el Duque

Por primera vez en décadas

Sintió algo peligrosamente cercano a un escalofrío recorrer su columna vertebral.

******

Sangre.

Eso fue lo primero que Thaddeus recordó.

El olor, espeso y metálico, aferrándose al aire como una maldición. La forma en que empapaba la tierra, oscureciendo los campos antes intactos de las Llanuras de Ravencairn.

Era lo primero que cualquier hombre que hubiera estado en la guerra llegaría a conocer.

Y Thaddeus lo había conocido bien.

La guerra contra el Imperio Lorian había alcanzado su punto máximo.

Aunque el Ducado Thaddeus era responsable de las fuerzas navales del Imperio Arcanis, las mareas de la batalla habían cambiado tan drásticamente que ni siquiera el mar podía contener lo inevitable.

Las fuerzas Lorian habían avanzado profundamente —demasiado profundo.

Casi habían llegado a sus tierras.

Así que la batalla estaba preparada.

Llanuras de Ravencairn.

Un enfrentamiento decisivo para mantener las fronteras.

Thaddeus había estado en la primera línea con seis de los generales más fuertes del ducado.

Seis hombres que habían grabado sus nombres en la historia.

Seis leyendas del campo de batalla.

Y sin embargo

Ese día…

Esa pelea…

Cinco de ellos murieron.

No a manos de un ejército.

No en el caos de la guerra.

No.

Fueron abatidos —uno por uno— por un solo hombre.

Un hombre que se movía como una sombra.

Que cortaba a través de los guerreros como si no fueran más que papel ante una espada.

Había sido joven entonces.

Cerca de la edad de Thaddeus en ese momento.

Pero su presencia —su habilidad— su poder

Había sido monstruoso.

Y Thaddeus lo recordaba claramente.

El resplandor parpadeante y mortal que envolvía su espada.

Esa profunda y cambiante luz de las estrellas púrpura.

No era como nada que Thaddeus hubiera encontrado antes.

No era divino.

No era demoníaco.

Era algo completamente distinto.

Y para cuando lo había entendido

Para cuando se había dado cuenta de a qué se enfrentaba realmente

Retirada.

La palabra todavía ardía.

Todavía persistía, como una vieja herida que nunca sanó realmente.

Ese día, en las Llanuras de Ravencairn, el ducado de Thaddeus se había visto obligado a retirarse.

No porque les faltaran números. No porque el terreno les hubiera fallado.

Sino por un solo hombre.

Un espadachín solitario que había hecho lo imposible.

Que había atravesado sus fuerzas con una eficiencia que desafiaba la lógica.

Y peor aún

Que había matado a cinco de los seis generales que le habían sido confiados por el Ejército Imperial.

Por la Familia Real misma.

Había sido una de las mayores pérdidas que el Imperio Arcanis había sufrido en esa guerra.

Había enviado ondas de choque a través de la capital, cambiando el equilibrio de poder.

Las facciones nobles —antes estables— se habían fracturado. El Imperio, ya luchando contra el avance Lorian, se había debilitado aún más.

Y él

Thaddeus, el heredero del Ducado en ese momento

Se había visto obligado a huir.

No por cobardía.

No porque quisiera hacerlo.

Sino porque no tenía elección.

Su padre, el Duque antes que él, había dado la orden.

Una orden directa.

Una orden que Thaddeus odiaba.

Porque había querido quedarse.

Quería luchar.

Demostrar que el Ducado de Thaddeus no era tan fácilmente aplastado.

Y sin embargo, incluso entonces

Incluso en su rabia, su orgullo

Lo había sabido.

Ese hombre.

El que había cambiado las mareas de la batalla, que había roto sus fuerzas con nada más que su espada y esa inquietante y parpadeante luz de las estrellas

Thaddeus lo había sabido.

Si se hubiera quedado.

Si hubiera luchado.

Habría perdido.

Y no solo perdido

Habría muerto.

Todavía recordaba esa escena.

El campo de batalla, antes lleno del trueno de la guerra, había quedado en silencio.

Porque allí, de pie entre los cadáveres, empapado en la sangre de sus hombres caídos

Estaba él.

Su espada goteando.

Su mirada imperturbable.

Un hombre cuya mera presencia había reescrito el curso de la historia ese día.

Un hombre que Thaddeus nunca podría olvidar.

Una desgracia.

Un momento en su vida que nunca había podido borrar.

Y ahora

Décadas después

Esa misma luz de las estrellas parpadeaba en la palma del muchacho que estaba ante él.

Lucavion.

Sus ojos dorados se oscurecieron.

Su voz, cuando llegó, era tranquila.

Peligrosa.

—…Tu maestro.

Sus dedos se curvaron en un puño.

—…Era él, ¿verdad?

Por primera vez desde que comenzó su conversación

Lucavion sonrió.

No una sonrisa burlona.

No una curva juguetona y provocadora de sus labios.

Una sonrisa genuina.

Y entonces

Pronunció el nombre.

El nombre que había perseguido los sueños del Duque.

El nombre que nunca lo había abandonado, incluso después de todos estos años.

Un nombre que una vez había grabado su marca en la historia misma de la guerra.

—En efecto.

La voz de Lucavion era suave. Imperturbable.

Luego, con deliberada lentitud, sus ojos oscuros se fijaron en los dorados de Thaddeus.

Y pronunció las palabras que hicieron que el aire mismo pareciera más pesado.

—Azote de Estrellas Gerald.

Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Thaddeus.

Un nombre que no había escuchado en décadas.

Un nombre que había reescrito su vida.

Un nombre que había sido sinónimo de derrota.

Lucavion lo observaba, con esa misma diversión conocida y tranquila brillando en su mirada.

—¿Qué?

Pero ahora era el turno de Aeliana de reaccionar.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com

Anterior
Siguiente
  • Inicio
  • Contacto
  • Política de privacidad

© 2025 NovelasYa. Todos los derechos reservados

Iniciar sesión

¿Perdiste tu contraseña?

← Volver aNovelas Ya

Registrarse

Regístrate en este sitio.

Iniciar sesión | ¿Perdiste tu contraseña?

← Volver aNovelas Ya

¿Perdiste tu contraseña?

Por favor, introduce tu nombre de usuario o dirección de correo electrónico. Recibirás un enlace para crear una nueva contraseña por correo electrónico.

← Volver aNovelas Ya

Reportar capítulo