Capítulo 973: 973 Nuevo “Ángel” Capítulo 973: 973 Nuevo “Ángel” Editor: Nyoi-Bo Studio Al ver la sonrisa de Frank, Cattleya tuvo sentimientos encontrados.
Luego retrajo su mirada y la dirigió hacia el pueblo pesquero cercano donde estaba atracado el Futuro.
Nadie esperaba que ese lugar fuera una base importante de la Orden Ascética de Moisés.
¡Para evitar la persecución de la Orden Aurora, Cattleya y su tripulación atracaron aquí recientemente!
No tenía prisa por zarpar, pero estaba preparada para desembarcar cuando fuera necesario.
Planeaba usar el equipo de comunicación en el pueblo de pescadores para ponerse en contacto con sus subordinados que monitoreaban al Artesano Cielf en Bayam.
De esa forma podría confirmar la situación y elaborar planes.
Solo si lograba asegurarse de ese punto, el Futuro podría zarpar nuevamente, con rumbo a la capital del Archipiélago de Rorsted, Bayam, que estaba a varios días de distancia.
*** En Backlund, el cielo se iluminaba especialmente a principios de Julio, pero la temperatura promedio no se consideraba caliente.
Ni siquiera superaba los 30 ° C.
Emlyn llevaba un sombrero de copa para protegerse de la luz del sol que atravesaba las nubes, bajó de un transporte y entró en la Iglesia de la Cosecha.
Al mirar hacia arriba vio al Padre Utravsky, a sus ojos tan grande como una montaña, vistiendo una túnica de sacerdote marrón y un gorro de clérigo.
Estaba parado frente al Emblema Sagrado de la Vida, predicando a los pocos creyentes que vinieron a orar por la mañana.
Emlyn apartó su mirada mientras caminaba directamente hacia la parte posterior de la catedral.
Llegó a una habitación a la que consideraba suya, y se cambió a su túnica de sacerdote.
Limpiando los candelabros, esperó a que los creyentes se retiraran.
Unos veinte minutos después, finalmente encontró la oportunidad de sentarse al lado del Obispo Utravsky y murmuró por lo bajo mientras miraba el Sagrado Emblema de la Vida: —Padre, tengo una pregunta que me gustaría hacerle.
El Obispo Utravsky, de cejas finas y ojos celestes con algunas arrugas claras en su rostro, respondió con una sonrisa: —Adelante.
Emlyn contuvo el aliento y verbalizó las palabras que pensó durante toda la noche: —Si, y realmente hago énfasis en que solo es una posibilidad, si descubre que un pariente lejano suyo lo engañó al punto de hacer que usted y un amigo experimentaran un peligro donde casi pierden la vida, y se trata de una situación que no puede ser llevada a la corte, ¿Cómo lo castigaría?
A pesar de estar sentado, Utravsky seguía pareciendo tan imponente como una colina.
Dijo con voz profunda pero amable: —Primero, debes confirmar si el pariente no cometió un error negligente, o si te engañó intencionalmente para que cayeras en dicha trampa.
Si fue lo primero, solo debes advertirle, recordándole su equivocación y enseñarle a mejorar como persona, en lugar de pensar en castigarlo.
Si lo que sucedió fue lo segundo, aún debes confirmar si generalmente actúa de esa forma…
…Si es así, entonces debes eliminarlo.
De lo contrario, definitivamente seguirá causando daño a los demás, perjudicando a gente inocente.
Al terminar su vida y enviarlo de regreso al suelo, reiniciará el ciclo de la vida.
En cierto sentido, es un tipo de compasión y purificación…
«…Eliminarlo…
¡El Padre habla de asesinato en un tono más natural, suave y tranquilo que El Mundo!» Los músculos faciales de Emlyn se contrajeron, interrumpiendo apresuradamente la respuesta de Utravsky: —No, generalmente no actúa de esa manera.
Simplemente, y debido a varias razones, terminó perjudicándome a mí esta vez.
No deseo matarlo por esto.
Justo cuando dijo eso, Emlyn se congeló.
Aparentemente, casi con seguridad, acababa de expresar el hecho de que él era la víctima, delatando que esto era asunto interno Sanguine.
Utravsky se volvió para mirarlo y reveló una sonrisa.
—Nada mal.
Ya entiendes cuán preciosa es la vida.
Emlyn forzó una sonrisa.
—Entonces, ¿Cómo debería castigarlo?
Utravsky miró el Emblema Sagrado de la Vida frente a él: —No abogo por apelar a la violencia.
Puedes traerlo aquí y hacer que escuche mi predica y que luego lea la Biblia.
Comprenderá el valor de la vida y experimentará la compasión de la Madre Tierra.
Elegirá servir para redimir sus pecados.
«¿No es eso lo que me ocurrió a mí?» Emlyn primeramente se sorprendió antes de percatarse que dicho método coincidía con sus intenciones.
Eso no causaría la muerte de Ernes Boyar, ni era comparable a simplemente golpearlo y exigir una compensación.
Más importante aún, ¡no escalaría a un enfrentamiento que crearía conflictos entre los Sanguine!
Por supuesto, cada método tenía sus defectos.
Para Emlyn, el mayor problema en dicha sugerencia era: ¿Cómo iba a traer a Ernes Boyar a la Iglesia de la Cosecha?
Desde el momento en que comenzó a hacer trabajo voluntario aquí, todos los Sanguine en Backlund sabían que debían evitar esta zona.
Ernes Boyar no era la excepción.
¡Sería imposible engañarlo para que entrara al templo!
Y si recurriera a la violencia, Emlyn creía que con el anillo que le regaló la Ancestro Lilith, combinado con la poderosa libreta de hechizos que podía alquilar de la Srta.
Maga, derrotar a Ernes Boyar no sería una tarea difícil.
Sin embargo, controlarlo no sería nada fácil.
Después de todo, él era un Vizconde Sanguine, equivalente a un Beyonder de 5ª Secuencia.
Además, aunque Ernes Boyar no era muy viejo, tenía una gran colección de medios a su disposición.
En tales circunstancias, el alcance de cualquier acción directa era difícil de evaluar.
Fácilmente podría matarlo, y condenarían a Emlyn por ello.
«Quizás necesito ayuda…
Muchos miembros del Club del Tarot están en Backlund.
Si trabajamos juntos, deberíamos poder controlar fácilmente a Ernes…
Uh, no puedo exponer mi identidad en el proceso.
La cooperación debe hacerse por etapas, para evitar que tengamos que encontrarnos…» En medio de sus pensamientos, Emlyn había tomado su decisión.
Planeaba buscar ayuda asignando una misión durante la Asamblea del Tarot la próxima semana.
Asintió suavemente en respuesta a la sugerencia del Padre Utravsky: —Suena bastante bien…
Tomaré una decisión en unos días, después de calmarme.
El padre Utravsky asintió y sonrió.
—Las frutas se obtienen al plantarlas.
Es un proceso largo que requiere paciencia.
Por lo que parece, has entendido este punto.
«¡Por supuesto, es un principio sumamente simple!» Levantó un poco la barbilla mientras juntaba las manos para rezar ante el Emblema Sagrado de la Vida.
*** Unidad nro.
22 sobre la Calle Phelps, Fundación Caritativa de Becas de Loen.
Audrey colocó un documento sobre la mesa y miró el reloj de pared en la oficina del director.
Apenas podía relajarse.
Ya había concertado una cita con Escalante para dirigirse a la residencia de Stephen Hampres por la tarde.
Claramente, eso implicaba una prueba.
Si el equipo de los Alquimistas de la Psicología era lo suficientemente cuidado, ya habrían informado sobre su avance y podría haber un consejero observando en secreto la reunión.
Según su nivel y habilidades actuales, aunque Audrey no podía determinar cuán aterrador era un Espectador de Alta Secuencia, era capaz de imaginar el tipo de desempeño que podrían alcanzar en ciertos dominios.
Eso la puso incontrolablemente nerviosa, temerosa de que “vieran a través de ella”.
«Realmente, debería haberla postergado un poco más.
Aunque el tiempo y las emociones que revelé están en sintonía con la lógica de la psicología, postergar una reunión definitivamente generaría sospechas.
Pero en comparación con un poco de sospecha, es mucho más importante esperar a que el Sr.
Mundo regrese del Continente Sur.
De esa manera, podría organizar directamente una reunión en la fundación.
De esa manera no tendría que preocuparme que un Espectador de Alta Secuencia descubra algo…
Ay, Audrey, no pensaste tus planes lo suficientemente bien…» Suspiró en silencio y lanzó una onda de Aplacar sobre sí misma para calmar sus emociones.
Con la tarde llegando a su fin, no tuvo prisa por abandonar la sede de la Fundación Caritativa de Becas de Loen.
Sentada dentro de su oficina, inclinó la cabeza, juntó las manos y rezó suavemente a Sir.
Loco.
Después de completar eso, se subió a su transporte con Annie y Susie, dirigiéndose a la residencia del comerciante de muebles, Stephen Hampres.
Justo cuando el transporte comenzó a moverse, Audrey de repente vio aparecer un hermoso haz de luz.
En medio del rayo de luz, un ángel de doce alas cubierto por un resplandor dorado descendió.
Las alas que estaban hechas de llamas la envolvieron en varias capas antes de disiparse poco a poco.
La visión de Audrey se recuperó rápidamente, mirando a Annie y a Susie por el rabillo del ojo de una manera imperceptible.
Se dio cuenta de que no habían notado nada de lo sucedido.
«Eso fue un tanto diferente al último ángel…
Mientras más vaya recuperando “Sus” fuerzas Sir.
Loco, ¿”Sus” ángeles también serán más imponentes?» Pensó Audrey, sintiendo que las comisuras de sus labios temblaban, borró la sonrisa que esbozó e hizo que su corazón interno se tornara anormalmente firme.
En menos de media hora, su transporte ya estaba aparcado frente a la puerta de Stephen Hampres.
Después de pasarle la mano a Annie para que la ayudara, Audrey bajó del transporte y caminó directamente hacia la puerta.
Observó a su asistente tocar el timbre.
En poco tiempo, Escalante apareció tras abrir la puerta.
Con diligencia, acompañó a Audrey directamente a la sala de actividades en el primer piso.
Annie y Susie fueron llevadas a otra sala por los sirvientes.
Al llegar a la sala de actividades, Escalante extendió la mano para sostener el picaporte de la puerta mientras le indicaba a Audrey que entrara.
«Esto…» Consideró una súbita suposición, pero mantuvo su expresión amable.
Lentamente entró por la puerta que Escalante abrió.
Escalante no entró, limitándose a cerrar la puerta de la sala de actividades.
Audrey miró hacia adelante y vio que había un solo asiento frente a la puerta de la sala de actividades, allí estaba sentado un anciano, en silencio.
El anciano llevaba una camisa, chaleco y una chaqueta, a juego con pantalones de color azul-grisáceo con líneas que lo adornaban, así como una corbata de moño de color rojo oscuro.
Su cabello era completamente blanco, pero lucía grueso y exuberante.
Su porte era cálido y elegante.
Tenía un par de ojos azules que parecían ocultar sabiduría y conocimiento.
Aparte de algunas arrugas en la frente, el resto de su rostro era terso.
Audrey lo reconoció.
¡Era el consultor de la familia real, Hvin Rambis!
Por supuesto, gracias al Club del Tarot, Audrey conocía desde hace mucho tiempo la identidad secreta de ese viejo caballero: ¡Era un consejero de los Alquimistas de la Psicología!
Ella no disfrazó su sorpresa, porque realmente quedó atónita por un par de segundos.
Aunque había considerado la posibilidad de que Hvin Rambis apareciera, nunca esperó que eso fuera lo que terminaría ocurriendo.
Se imaginó que la observaría en secreto, permitiendo que Hilbert y Stephen hablaran en su nombre.
—¿Estás muy sorprendida?
—preguntó Hvin Rambis con una leve sonrisa.
Luego se levantó y se inclinó—: Un placer conocerla, Srta.
Audrey.
Audrey deliberadamente abrió la boca, para luego volver a cerrarla.
Después de eso, respondió con una sonrisa mixta: —No estoy segura de cómo debería dirigirme a usted.
Hvin Rambis se echó a reír.
—Como siempre —señaló el sofá a su lado—: Toma asiento.
Audrey respiró hondo, sonrió y se acercó lentamente.
Sentada junto al sofá, mantuvo una distancia adecuada del caballero.
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