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Capítulo 2098: Cuerpo Natural
En el ático de Wilma Nilles, Braydon Neal estaba ocupado cocinando. Materiales místicos se transformaban en ingredientes con meticulosa precisión en sus manos.
Mientras tanto, Wilma estaba sentada afuera, apoyando su barbilla en las manos mientras observaba en silencio la espalda de Braydon.
—¿Cuándo planeas alcanzar el reino trascendente? —de repente, Braydon, aún concentrado en cocinar, hizo la pregunta.
Sorprendida, Wilma se detuvo un momento antes de responder:
—Planeo hacerlo esta noche.
—Está bien. Te protegeré.
La voz calmada de Braydon envió una cálida sensación al corazón de Wilma.
—¿Y si viene un experto a nivel trascendente?
—Tendrán que pasar por encima de mí primero.
Braydon trajo los platos preparados y le entregó a Wilma un cuenco de arroz junto con los palillos.
Más tarde esa noche, después de la cena, ambos se recostaron sobre la hierba afuera, mirando las estrellas. Wilma se acurrucó junto a Braydon, lo suficientemente cerca como para captar la tenue fragancia que emanaba de él.
—Braydon, ¿por qué hueles tan bien?
Como una niña curiosa, Wilma lo bombardeó con preguntas.
—Así nací —respondió Braydon con tono uniforme. El cuerpo perfecto de su ídolo Dharma carecía de impurezas, lo que daba lugar a la tenue fragancia.
De repente, Braydon sintió una cálida respiración cerca de su oído, lo que hizo que su cuerpo se tensara.
Una vez más, ella lo besó sin previo aviso.
Dentro de la mente de Braydon, una pequeña versión imaginaria de sí mismo golpeaba su cabeza contra el suelo en frustración. Si su verdadero yo lo descubría, seguro habría consecuencias. Pero, recordando su misión, solo podía soportar en silencio.
Se había vendido para infiltrarse en la secta interna y recopilar información.
El cuerpo de Wilma se presionó contra el suyo, sus suaves labios rosados buscándolo fervientemente. Quizás los eventos del día habían despertado algo dentro de ella, llenándola de culpa y de un fuerte deseo de rendirse a él.
De repente, los ojos de Braydon brillaron, y sus dedos delgados agarraron la delicada muñeca de Wilma.
Ella se congeló, con la mirada interrogante.
—No —Braydon negó con la cabeza suavemente.
—¿Por qué? —la confusión de Wilma se profundizó.
—No quiero que te arrepientas —respondió Braydon después de un momento de silencio.
Recordando escenas de novelas románticas que había leído, recordó que cuando se estaba a punto de dar un paso importante, una de las partes siempre detenía a la otra. Después de todo, Braydon eventualmente se iría. Si realmente reclamaba a Wilma como suya, se vería obligado a llevársela con él.
Lágrimas llenaron los ojos de Wilma.
—¿Estás… todavía atrapado en lo que ocurrió antes?
—No. No lo pienses demasiado.
—Entonces no me detengas. Estoy dispuesta.
Braydon suspiró, su agarre firme pero impotente. ¿Por qué esta mujer era tan devota?
No había anticipado cómo los eventos de hoy provocarían una reacción tan intensa en ella.
Si seguía resistiéndose, no estaría alineado con su personaje. Después de una respiración profunda, Braydon soltó su muñeca.
—Está bien, pero el paso final está absolutamente prohibido.
Una sonrisa se extendió en el rostro de Wilma al notar su cambio de actitud. Ella se inclinó más cerca, acomodándose el cabello detrás de la oreja.
Braydon frunció el ceño.
Tarde en la noche.
Braydon estaba sentado fuera del ático, mirando en blanco la distancia. Fluctuaciones tenues emanaban desde adentro de la habitación—Wilma estaba en medio de su avance.
Miró hacia abajo, a su ropa ligeramente desaliñada, y suspiró, levantando la vista hacia las estrellas arriba.
Acababa de ser aprovechado por una mujer.
Dentro de la sala de cultivo, el rostro de Wilma estaba enrojecido mientras su aura fluctuaba erráticamente. Pero cuando alcanzó el paso final, su expresión se tornó pálida, y su cuerpo empezó a sudar frío.
La Trascendencia requería superar las limitaciones del cuerpo y el alma. Durante este proceso, una fuerza misteriosa magnificaba los miedos más profundos de uno, confrontándolos directamente.
En el mundo espiritual de Wilma, la oscuridad la envolvía. Estaba sola, y emergían recuerdos que la llenaban de ira y dolor.
—¡¿Por qué?!
Su voz ronca resonó en el vacío.
—¿Por qué nació ella para disfrutar de todo el amor y el reconocimiento, mientras yo fui dejada en las sombras? ¿¡Acaso no soy también tu hija?!
Sus gritos quedaron sin respuesta, tragados por la oscuridad interminable. Wilma colapsó al suelo, vulnerable y rota—una sombra de su yo usualmente confiado.
Este recuerdo se había convertido en su demonio interno. Sin superarlo, nunca trascendería.
Braydon, al sentir el aura debilitada dentro, endureció su expresión. Necesitaba el éxito de Wilma para ganar entrada legítima a la secta interna.
Sacando una flauta negra de su cintura, comenzó a tocar. La suave melodía fluyó hacia la habitación, alcanzando los oídos de Wilma.
En su oscuro reino espiritual, Wilma se detuvo, sorprendida.
—¿Una flauta?
La música se hizo más fuerte, resonando a través del vacío. Sintió una presencia protectora a su alrededor—un guardián silencioso.
—¿Braydon? ¿Eres tú? —Su voz tembló con incredulidad.
De repente, una figura brillante apareció junto a ella. Era Braydon.
Él suavemente le secó las lágrimas, su voz suave y tranquilizadora.
—Está bien. Te guiaré para salir.
Aferrándose fuertemente a Braydon, Wilma se negó a soltarlo, temerosa de que desapareciera como un sueño.
Guiada por la presencia de Braydon, la opresiva oscuridad se disolvió.
—¡Lárgate!
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