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- Compañero Cautivo: Libro 1 - Serie Alfa Mafia para Mayores de 18
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Capítulo 460: +Capítulo 460+
—Nikolai nunca había besado a nadie, no besaba a las mujeres con las que se acostaba, ni siquiera lo había considerado. No le veía la gracia, los besos venían con emociones, y no podía tener menos por sus antiguos encuentros.
—Besar a Ángelo no le disgustaba, le venía natural, el sabor de las cerezas floreciendo. Despertó un hambre que ni siquiera sabía que tenía, sus afilados dientes mordiendo suficientemente fuerte el labio inferior de Ángelo como para dejar un moretón.
—Ángelo estaba sumiso bajo el beso inesperado, todavía estaba un poco ido pero no tanto como para no notar la falta del náusea característica. Que Nikolai lo besara no le provocaba náuseas pero sus reacciones positivas al contacto del Alfa ya no le sorprendían.
—Jadeó cuando Nikolai mordió su labio, abriendo los ojos pero no porque doliera. Había pensado que el afrodisíaco que Nikolai le había dado era como se sentiría el celo, pero no era nada como eso.
—Se sentía como si hubiera una licuadora en su estómago, el calor derretía el cerebro y las sábanas rozando su piel eran insoportables. Así que fue una sorpresa no sentir más dolor del mordisco —uno que habría sido insignificante.
—Ángelo nunca había pensado mucho en los besos. Sus únicas experiencias habían sido repugnantes pero los besos no se suponían que se sintieran bien.
—Sus ojos estaban abiertos pero se sentía como si estuviera siendo arrastrado hacia abajo, viendo nada más que el hambre oscura en los ojos de Nikolai.
—Ángelo se apartó cuando sintió que su corazón iba a explotar en su pecho, jadeando, su cabello parcialmente ocultando su rostro.
—Le evitó ver la mirada intensamente enfocada en el rostro de Nikolai. Ahora que el Rey de la Mafia había probado, era codicioso. Quería más, quería quitarle a Ángelo su último aliento.
—El Rey de la Mafia Nikolai había tomado su decisión al iniciar el beso y a pesar de sí mismo, Ángelo lo esperaba con ganas.
—Estaba hambriento de placer, el dolor era lo único que conocía. Por eso no se había molestado en lo más mínimo por el afrodisíaco, había sido su primer orgasmo de verdad.
—Nikolai se echó ligeramente hacia atrás, sacándose conscientemente de sus pensamientos. Decirle a Silvia que haría daño a Ángelo había sido cuestión de sus hábitos.
—Nunca podría olvidar la mirada vacía en los ojos de Ángelo la última vez que el asesino lo eligió. Era inquietante.
—No se había sentido desgarrarse, ni sintió el dolor de tener su oxígeno cortado. Era como si estuviera en coma con los ojos abiertos.
—Poner a Ángelo en ese estado mental era lo último que quería, así que se recordó a sí mismo ejercer autocontrol. Sostenía la cara del Omega que aún estaba girada hacia un lado mientras intentaba recuperar su aliento y la giró para enfrentarle.
—El rostro de Ángelo estaba enrojecido, su cabello salvaje. Aquellos labios redondos que le habían tentado constantemente estaban hinchados y magullados… mantenerse en control sería un esfuerzo considerable.
—Ángelo lo miraba a Nikolai con ojos muy abiertos e impasibles, incapaz de descifrar la mirada oscura en esos fríos ojos azules. Levantó una mano para cubrirse la mitad inferior de la cara, “No tienes que hacer eso…”
—Nikolai soltó una risotada y atrapó su muñeca para apartarla de su rostro —si tan solo supiera, cuánto esfuerzo estaba haciendo para no besar sus labios hasta sangrar.
Incapaz de resistir, se inclinó para lamer esos labios redondos, ayudando a Ángelo a acostarse sobre su estómago. Su mirada codiciosa mientras barría con sus ojos las líneas suaves de su espalda.
—Ángelo dobló instintivamente sus rodillas, su espalda arqueándose. Su agujero había estado palpitando desde que comenzó su celo, estaba adolorido e incómodo pero después del beso se intensificó… y pudo sentir la humedad derramándose.
—Apretó más sus rodillas, enrollándose alrededor de sí mismo instintivamente, sacando a Nikolai de la mirada lasciva en la que se había sumergido.
—Se inclinó hasta estar cara a cara con Ángelo, apoyando una almohada debajo de la cabeza del Omega. Ángelo parpadeó lánguidamente, confundido.
—¿Tengo que…—Ángelo empezó a preguntar. Nikolai había sido quien lo puso en esa posición pero no pudo evitar preguntar si el Rey de la Mafia quería que hiciera todo el trabajo.
—Lengua afuera,—Nikolai lo interrumpió.
—Ángelo obedeció antes de procesar lo que se le pedía. Sus ojos verdes y pálidos se abrieron de par en par cuando Nikolai presionó su lengua hacia abajo con dos dedos.
—No se atragantó incluso cuando Nikolai empujó su lengua roja y suave hacia el calor de su boca así como la totalidad de sus dedos, expectante.
—No era incómodo, la presión en su lengua era casi reconfortante, agradecido de que Nikolai fuera lo suficientemente atento como para abrirlo primero.
—Nikolai dudó ligeramente ante la falta de reflejo nauseoso de Ángelo, tensando la mandíbula de ira. Sacó sus dedos y metódicamente colocó una almohada debajo de Ángelo para proporcionarle más comodidad.
—No necesitaba un lubricante adicional, especialmente nada tan inadecuado como saliva pero había querido ver sus dedos en la boca de Ángelo de todos modos y había cedido al antojo.
—Dejó el lado del asesino, una mano posesiva alrededor de su delgada cintura mientras se inclinaba hacia adelante para cubrir su cuerpo con el suyo, su otra mano manteniendo una suave sujeción de su cuello.
—Nikolai echó un vistazo hacia el tramo de piel enrojecida e intacta justo frente a él y en vez de morder como realmente quería, depositó un casto beso en la nuca de Ángelo y luego se enderezó, soltando su cuello.
—Pudo sentir al Omega temblando debajo de él, no había razón para alargar esto más.
—La piel de Nikolai ardía pero no se quitó la camisa de vestir, sería inevitable más tarde, sin embargo, porque Ángelo le subía la temperatura simplemente estando acostado, sin hacer nada.
—Pero planeaba posponerlo tanto como pudiera, sus manos enmarcaban la cintura de Ángelo, lo suficientemente fuertes como para dejar marcas. Descendían, dejando huellas dactilares en su trasero.
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