- Inicio
- Casada con el Hermano de Mi Ex, Renacida Milagrosamente
- Capítulo 93 - 93 La entrevista
93: La entrevista 93: La entrevista El rostro de Tania se retorció con amargo resentimiento.
—Todo es por culpa de esa perra, Ana Clair —escupió el nombre que se había convertido en una espina en su costado—.
Denis no la ama, pero aún se niega a dejarla ir.
Quiere mantenerla cerca como un juguete.
Mientras ella esté en el panorama, mis planes —nuestro futuro— nunca sucederán.
La desesperación brilló en su mirada mientras agarraba la mano de Enzo.
—Enzo, ayúdame a deshacerme de ella.
Una vez que esté fuera del camino, Denis no tendrá excusa.
Se casará conmigo.
Enzo se tensó por la sorpresa.
—¡Tania!
¡Me estás pidiendo que mate a alguien!
¿Te escuchas a ti misma?
Esto no es un juego.
Si me atrapan, mi vida se acabó.
El agarre de Tania se apretó aún más.
—No te pasará nada —insistió—.
Confía en mí.
Los accidentes ocurren todo el tiempo.
La gente muere inesperadamente todos los días.
Un suceso desafortunado más, y Ana desaparecerá.
Nadie sospechará nada.
Su expresión se volvió casi suplicante mientras continuaba:
—Esto es por nosotros, Enzo.
Por nuestro futuro.
Una vez que me case con Denis, la fortuna de los Beaumont estará a nuestro alcance.
Nunca más tendremos que preocuparnos por el dinero.
Nuestros hijos tendrán todo lo que puedan desear.
Pero Ana está en el camino.
Tenemos que eliminarla, sin importar lo que cueste.
Enzo todavía dudaba.
Exhaló profundamente, su expresión dividida entre el amor y la inquietud.
—No creo que sea una buena idea.
Volviéndose hacia ella, agarró sus manos con firmeza.
—Tania, puede que no sea tan rico como Denis, pero el negocio de mi familia es estable.
Podemos tener una vida cómoda juntos.
Puedo cuidar de ti, puedo hacerte feliz.
Deja este lío y ven conmigo.
Pero la determinación de Tania no se quebrantó.
Rendirse no era una opción.
—Solo esta vez —insistió—.
Ayúdame con esto, y si no funciona, juro que me iré contigo.
Enzo la estudió por un largo momento, con el conflicto ardiendo en su mente.
Finalmente, exhaló bruscamente, asintiendo.
—De acuerdo.
Si esto es lo que quieres, lo haré, por ti.
Pero si algo sale mal, nos vamos.
Una sonrisa se extendió por los labios de Tania mientras asentía con entusiasmo.
—Sí.
Tienes mi palabra.
La vacilación de Enzo se desvaneció mientras su mirada se oscurecía con lujuria.
La atrajo hacia él, sus labios rozando su oreja.
—Ahora, dejemos de hablar de Denis y Ana —murmuró—.
Sonríe para mí y disfrutemos de nuestra segunda ronda.
Con una sonrisa maliciosa, la hizo rodar debajo de él, capturando sus labios en un beso profundo.
Sus manos descendieron, agarrando sus suaves curvas, perdiéndose en el calor del momento una vez más.
~~~~~~~~~~~~
A la mañana siguiente…
Ana gimió cuando la alarma sonó, extendiendo la mano a ciegas para silenciarla.
Un dolor sordo pulsaba en sus sienes, haciéndola estremecerse.
Lentamente, abrió los ojos, entrecerrándolos contra la suave luz matutina que se filtraba por los huecos de las cortinas.
Se incorporó perezosamente, su cuerpo aletargado por el sueño.
Parpadeando confundida, miró alrededor de la habitación, tratando de entender cómo había terminado en la cama.
Lo último que recordaba era estar bebiendo en la fiesta, sola.
Después de eso, todo era borroso.
—Ugh…
—gimió, presionando sus dedos contra su dolorida frente—.
No debería haber bebido tanto.
—El dolor de cabeza era su castigo por excederse, y se arrepentía de su acción.
Entonces algo cruzó por su mente de repente, y se tensó.
—¡La entrevista!
—jadeó.
El pánico se encendió dentro de ella.
Su cabeza giró hacia el reloj en la mesita de noche.
8:30 AM.
Dejó escapar un suspiro de alivio.
Todavía tenía tiempo para prepararse.
Pero sus ojos se estrecharon ante la vista de algo inesperado.
Junto al reloj había una nota cuidadosamente doblada y una sola rosa roja.
Agustín podría haberla dejado para ella.
Ana tomó la rosa, girando su delicado tallo entre sus dedos mientras la acercaba a su nariz.
La dulce fragancia llenó sus sentidos, y una suave sonrisa se extendió por sus labios.
El gesto considerado envió calidez a través de su pecho, aliviando momentáneamente el dolor sordo en su cabeza.
Dejando la flor a un lado, desdobló la nota con curiosidad.
Su sonrisa se profundizó mientras leía:
‘Buenos días, dormilona.
Tuve que irme temprano para una reunión urgente.
No olvides que tienes una entrevista hoy, comienza a las diez.
Llega a tiempo y hazme saber cómo te va.
Tu esposo te estará esperando en la oficina.
Una vez que termines, ven a verme.
Tengo algo para darte.
Nos vemos pronto.’
—¿Algo para darme?
—murmuró con anticipación, preguntándose qué sorpresa había preparado para ella esta vez.
~~~~~~~~
Ana llegó al lugar de la entrevista para encontrar a un grupo de candidatos esperando fuera de la sala, algunos caminando nerviosamente, otros jugueteando con sus currículums.
La tensión en el aire era palpable.
Mientras tanto, una mujer salió de la sala de entrevistas, su rostro lleno de frustración y decepción.
La siguiente candidata se puso aún más nerviosa cuando llamaron su nombre.
Alisando su falda, entró en la sala.
Ana permaneció sentada tranquilamente en su lugar.
No dudaba de sus capacidades.
Sabía que era la más adecuada para el trabajo, y ninguna cantidad de nervios o intimidación sacudiría su confianza.
Con una expresión serena, esperó su turno.
Después de un tiempo, la mujer salió con alivio y triunfo silencioso.
Por su expresión radiante, estaba claro que su entrevista había ido bien.
Ana esperó pacientemente su turno.
Cuando llamaron su nombre, se levantó con gracia y entró en la sala con confianza.
El panel de entrevistadores, compuesto por ejecutivos senior y representantes de recursos humanos, estudió su currículum.
Un destello de sorpresa cruzó sus rostros cuando notaron su empleo anterior en el Grupo Beaumont.
—¿Trabajaste en el Grupo Beaumont?
—preguntó uno de ellos.
Ana asintió con una sonrisa educada.
—Sí.
Formé parte del equipo que trabajó en el proyecto que esta empresa está manejando actualmente.
Los panelistas intercambiaron miradas.
—¿Y por qué renunciaste?
Ella permaneció imperturbable.
—Razones personales —respondió con suavidad—.
Pero mi partida no tuvo nada que ver con mi desempeño.
De hecho, tengo amplia experiencia en este campo y entiendo este proyecto mejor que la mayoría.
Sé que soy la más adecuada para este puesto.
Su confianza era innegable.
Los entrevistadores la evaluaron, claramente intrigados.
—Muy bien, Señorita Clair.
Espere el anuncio del resultado.
Ana asintió y salió con una sonrisa en su rostro.
Estaba segura de que conseguiría este trabajo.
Finalmente se anunció el resultado.
Una ola de emoción recorrió a Ana.
Su corazón dio un salto cuando las palabras se hundieron: había sido nombrada líder del proyecto.
Una sonrisa orgullosa tiró de sus labios mientras sacaba su teléfono, sus dedos ansiosos por compartir las buenas noticias con Agustín.
Pero entonces, una idea surgió en su mente.
¿Por qué solo enviarle un mensaje cuando podía sorprenderlo en persona?
Ya podía imaginar su reacción, el orgullo en sus ojos, la calidez en su voz mientras la felicitaba.
Su mente corría con anticipación.
Volvió a guardar el teléfono en su bolso y se alejó con una mezcla de alegría y orgullo.
Su pulso se aceleró cuando entró en el ascensor y presionó el botón para ir al último piso.
Llegó al último piso en un instante y se acercó a la oficina de Agustín.
Su emoción se desvaneció en el momento en que vio a Lorie sentada en el escritorio de la secretaria.
Sus pasos vacilaron, su expresión alegre transformándose en una mirada fría.
—¿Tú?
—¡Tú!
Sus voces chocaron al unísono, ambas llenas de sorpresa y hostilidad.
Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com