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Capítulo 644: Encendiendo su cuerpo en llamas
Día Setenta y Uno…
~~*****~~
En ese momento íntimo, Nathan y Jane descubrieron una nueva profundidad de pasión. Cada beso era una declaración de su anhelo, una promesa de los territorios inexplorados de placer que estaban a punto de explorar juntos.
Para Jane, la presencia de Nathan era un elixir potente, intoxicando sus sentidos y avivando las llamas del deseo. No podía evitar reconocer la fuerza magnética que la atraía cada vez más hacia él con cada momento que pasaba. Su lucha interna continuaba mientras lidiaba con sus propios deseos, y quedó claro que su determinación estaba deslizándose, como arena entre sus dedos.
«Ya no puedo engañarme a mí misma. Quiero a Nathan. Lo amo», admitió Jane en silencio, su voz un susurro de vulnerabilidad en los recovecos tranquilos de su mente.
La declaración flotó pesadamente en el aire, un reconocimiento de las emociones que se habían vuelto imposibles de ignorar. El amor había tejido sus hilos en su corazón, uniéndola a Nathan de una manera que nunca había experimentado antes.
«Y me gustaría tener un nuevo comienzo con él. ¿Realmente puedo lograrlo?», se preguntó Jane a sí misma.
El camino adelante era incierto, y la idea de reavivar su relación traía tanto esperanza como miedo en su corazón. Sabía que perseguir este nuevo comienzo con Nathan no estaría exento de desafíos. Una de las barreras formidables que enfrentaría al seguir este nuevo capítulo serían, sin duda, las sombras de su propio pasado oscuro.
Sin embargo, Jane quería intentarlo ya que finalmente podía encontrar un destello de esperanza. No podía negar las chispas de química que se habían encendido entre ellos, pistas de que tal vez los sentimientos de Nathan hacia ella fueran más que una fantasía unilateral. «¿Y si Nathan ya tiene sentimientos por mí?»
Con esta nueva determinación, esperaba que Nathan viera no solo sus defectos, sino también la profundidad de su amor y la sinceridad de su deseo de tener un nuevo comienzo con él.
Los pensamientos internos de Jane se interrumpieron cuando Nathan tomó una acción agresiva. Sus labios rozaron los de ella con un mordisco juguetón, seguido de una mordida suave pero posesiva que envió una oleada de sensación eléctrica por su cuerpo.
Fue un movimiento deliberado, uno que era tanto juguetón como dominante, destinado a atraer su atención lejos de sus pensamientos divagantes y nuevamente al momento presente. Para castigarla aún más, Nathan apretó con fuerza su pecho y tiró de su pezón de manera ruda con sus dedos, haciendo que jadeara entre sus besos.
La sensación inesperada de su boca sobre la de ella envió un chorro de deseo por sus venas, borrando efectivamente las distracciones que la habían atribulado momentos antes. Nathan quería que se centrara únicamente en él, en la intensa química que los unía y en el deseo innegable que pulsaba entre ellos como una corriente eléctrica.
Mientras continuaban, sus bocas se movían juntas en un ballet sensual. Después de unos minutos, su boca dejó los labios de Jane y viajó por su garganta, dejando marcas de amor. Nathan no pudo evitar marcarla con esas marcas de amor, una declaración de que ella era suya. Su posesividad entró en acción.
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Cuando estuvo satisfecho, Nathan movió su boca hacia sus pechos, plantando besos suaves por toda la carne circundante. Su lengua acarició los sensibles pezones de Jane, que estaban hinchados al máximo. Jane solo pudo gemir por tanto placer.
Los dos quedaron inmersos en esta pasión ardiente mientras sus deseos no expresados tomaban el control de ambos, olvidando por completo la razón real por la que habían llegado allí en primer lugar. Todo lo demás se desvaneció en insignificancia.
Jane no sabía en qué debía concentrarse. Los labios y la lengua expertos de Nathan exploraban las cumbres rosadas de sus senos mientras sus manos estaban ocupadas quitándole los pantalones. Jane levantó su trasero, permitiendo que Nathan deslizara sus pantalones hacia abajo.
Poco después, la cabeza de Nathan se movió hacia el sur, su lengua trazando un camino por sus costillas hasta su estómago. Mientras hacía círculos con su lengua en su ombligo, masajeó y apretó sus dos pechos en una caricia suave.
—Ooh~ —Los labios de Jane formaron una “O” mientras gemía de placer. El toque y los besos de Nathan estaban incendiando su cuerpo.
Jane permaneció envuelta en la ola de sensaciones que Nathan había despertado con su beso y toque apasionados. Sus sentidos estaban al rojo vivo, y cada nervio de su cuerpo vibraba de deseo. Sin embargo, su encantadora ensoñación fue interrumpida por un movimiento audaz y electrizante de Nathan.
Mientras el mundo a su alrededor se desdibujaba en un torbellino de lujuria y placer, sintió la presión de su mano separando suavemente sus piernas, ampliando el espacio entre ellas. La sensación fue tanto inesperada como emocionante, enviando un escalofrío de anticipación por su cuerpo. Miró hacia abajo, sus ojos encontrándose con los de él, y lo vio posicionarse entre sus piernas, su cabeza continuando su descenso hacia el sur.
Las mejillas de Jane se enrojecieron de vergüenza al sentirse muy expuesta ante Nathan. El apuesto demonio estaba mirando su sexo con ojos llenos de deseo. Incluso pasó su lengua por sus labios como si no pudiera esperar para devorarla. Sintió su coño humedecerse aún más debido a su acción sensual.
La habitación parecía palpitar con una carga eléctrica mientras la temperatura subía a cierto grado. Ambos se sentían extremadamente acalorados y palpitantes.
—¿Nate? ¿Qué planeas hacer? —preguntó Jane nerviosamente. Su respiración se aceleró y su corazón se disparó mientras anticipaba lo que haría a continuación.
La mirada de Nathan se intensificó mientras se humedecía los labios, y una sonrisa significativa y sabia se dibujó en su rostro.
—Voy a hacerme responsable —declaró, su voz impregnada de determinación y tranquilidad—, y tratar de compensarte por todas las cosas malas que te he hecho.
Había sinceridad en su tono, un deseo genuino de enmendar las cosas. El peso de sus acciones pasadas flotaba pesadamente en el aire, y era consciente del daño que le había causado. Era un compromiso, una promesa de reparar el dolor que había infligido.
Jane quedó momentáneamente sin palabras. Mientras todavía estaba en trance, Nathan aprovechó la oportunidad para descender sobre ella. Sintió una oleada salvaje de placer cuando su lengua tocó sus pliegues húmedos, lamiendo y estimulando su núcleo.
En ese momento íntimo, todo lo que podía pensar era en el calor de su aliento, el movimiento sensual de su lengua, la estimulación juguetona de su boca contra su piel y la promesa de un placer exquisito que le esperaba.
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