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Capítulo 636: Rehaz tu propuesta
Día Setenta y Uno…
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El sol de la mañana se filtraba suavemente a través de las cortinas, bañando el dormitorio de Jane con un cálido brillo dorado. Sin embargo, a pesar de la llegada del nuevo día, ella permanecía en su acogedor capullo de mantas, reacia a abandonar el santuario de su cama. Sus pensamientos estaban consumidos por Nathan y el beso que habían compartido la noche anterior.
La mente de Jane repetía los tiernos momentos de sus labios rozándose, y sus lenguas luchando y bailando dentro de su boca. No pudo evitar sonrojarse al recordar vividamente aquellas escenas que pasaban ante sus ojos, su corazón aún resonando con las sensaciones de su cercanía.
Llevó sus dedos a su rostro, trazando sus labios mientras cerraba los ojos y colocaba su otra mano en el pecho, sintiendo los latidos de su corazón. Su corazón aún latiendo frenéticamente mientras su mente estaba llena de un torbellino implacable de pensamientos, todos centrados en Nathan y los apasionados momentos robados que habían compartido la noche anterior.
El tenue olor de su colonia seguía presente en su mente, lanzando un hechizo encantador que la dejaba deseando su presencia.
—¡Rayos! Ya lo extraño —murmuró Jane con impotencia.
La sensación de su calor mientras estaban cerca le tiraba de las cuerdas del corazón.
—Nathan… ¿por qué me besaste? Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para enterrar mis sentimientos por ti. ¿Por qué me haces esto? Pensé que no tenías sentimientos por mí.
La confusión envolvía sus pensamientos mientras intentaba lidiar con las contradictorias actitudes de Nathan hacia ella. A veces, todo lo que podía ver era su odio. Pero últimamente, Nathan estaba actuando de manera tan amable y considerado con ella.
Cuanto más reflexionaba, más sus pensamientos giraban como un torbellino, incapaz de comprender dónde estaba en el corazón de él. ¿Había malinterpretado sus acciones o algo había cambiado dentro de él?
«¿Ya me ama?», pensó, aunque poco después descartó la idea sacudiendo la cabeza. «No, eso no puede ser».
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Jane se dio unas palmaditas suaves en la cara con ambas manos y dijo:
—Aclara tu mente, Jane. No te distraigas con Nathan. No te aferres a una falsa esperanza. Tienes una misión mucho más importante por hacer —se recordó a sí misma, sus palabras una afirmación suave pero firme de sus prioridades.
En ese fugaz momento de autorreflexión, Jane fortaleció su determinación, recordándose a sí misma las importantes tareas y responsabilidades que tenía por delante, las cuales requerían su atención dividida y su dedicación inquebrantable.
Después de verificar la hora, Jane salió de la cama. Se dirigió hacia el baño para refrescarse antes de unirse a su familia para el desayuno.
Al entrar al baño, permitió que el agua tibia cayera sobre ella, lavando los remanentes del sueño y envolviéndola en un abrazo reconfortante. Mientras el vapor llenaba la habitación, sus pensamientos comenzaron a aclararse y sus sentidos gradualmente despertaron.
Con cada minuto que pasaba, se sentía más vigorosa, lista para enfrentar el día con energía renovada y entusiasmo. La idea de poner en acción su cuidadosamente diseñado plan de venganza llenaba de vida su ser, otorgándole un profundo sentido de propósito y determinación.
—No puedo esperar para hacer miserable la vida de Mónica. Vicente es su debilidad. Voy a usarlo para castigarla —murmuró Jane, su mirada fija en su propio reflejo en el espejo. Una sonrisa astuta apareció en su encantador rostro.
Después de disfrutar de un relajante baño durante cuarenta y cinco minutos completos, Jane salió del baño sintiéndose renovada. Se puso un conjunto de ropa cómoda y casual antes de bajar las escaleras. Al llegar al área del comedor, una vista inesperada la recibió. Su familia y amigos ya estaban reunidos allí y se dio cuenta de que habían estado esperando pacientemente su llegada.
—Lo siento. Estoy tarde —Jane les sonrió disculpándose.
Sentados en la mesa estaban el Sr. Hiroshi y Abigail, quienes intercambiaron cálidas sonrisas con Jane al verla entrar.
—Está bien, hermana. Sabemos que estás cansada por tu viaje de negocios. No te despertamos para que pudieras dormir más.
Hanabi, Cherry y Dave se habían unido a ellos para la reunión familiar de hoy. Una mezcla de alegría y gratitud se podía ver en la expresión de Dave mientras miraba a Jane, su futura cuñada. El corazón de Jane se llenó de una sensación de pertenencia mientras tomaba su lugar en la mesa, sentándose junto a su padre.
—Entonces, mi futuro cuñado nos acompaña hoy —dijo Jane con un tono cálido y amigable mientras lo comentaba juguetonamente.
—Sí. Mi primera comida como parte de tu familia. Por cierto, me alegra que estés de vuelta, cuñada —respondió Dave con una ligera risa.
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—Comamos y discutamos los preparativos de la boda —dijo el Sr. Hiroshi, uniéndose a la conversación—. ¿Ha decidido la fecha? ¿O quieren tener una fiesta de compromiso primero?
Dave y Abigail intercambiaron miradas entre ellos.
—Honestamente, papá —comenzó Abigail, con voz medida—, no hemos decidido una fecha aún. Pero no creo que sea esencial hacer una fiesta de compromiso. Queremos seguir adelante con la boda sin una —expresó Abigail, mostrando su deseo de simplicidad.
No tenía grandes aspiraciones para una fiesta o evento extravagante. Su enfoque principal era simplemente casarse con Dave.
—De acuerdo, querida. Te apoyaré en esto. ¿Qué opinas tú, Jane? —consultó el Sr. Hiroshi a Jane.
—Hmm. Creo que Dave debería arreglar su propuesta de matrimonio a mi hermana primero —respondió Jane con firmeza.
Jane no estaba satisfecha con la extraña propuesta de Dave.
—Hermana. No presiones a Dave. Está bien —intervino Abigail, tratando de defender a su prometido.
Mientras tanto, Dave solo sonrió a Jane pidiendo disculpas y Hanabi accidentalmente se atragantó con su comida al escuchar la última declaración de Jane. En medio de esa atmósfera incómoda, Cherry ya no pudo contener su risa. Sus alegres carcajadas provocaron risas en todos.
—Muy bien. No acosen a su cuñado —dijo el Sr. Hiroshi, deteniendo a Jane para que no siguiera molestando a Dave.
—Está bien, papá. No lo presionaré —aceptó Jane con un gesto de cabeza—. ¿Qué tal programar la boda para dentro de tres semanas? —sugirió, con un tono de urgencia.
Su sugerencia llevaba un tono de urgencia, ya que tenía menos de un mes de vida y quería asegurarse de que la boda se realizara lo antes posible.
—¿Eh? Hermana, ¿por qué tengo la sensación de que estás más emocionada que Dave y yo? —dijo Abigail, con un tono que insinuaba juego.
—¡Porque no puedo esperar para conocer a mi sobrina o sobrino! —respondió Jane, sacando la lengua de manera juguetona.
El área del comedor se llenó de risas gracias a su animada conversación.
Después de la satisfactoria comida, Dave se acercó a Jane y amablemente le pidió que tuvieran una conversación privada en el balcón.
Sentía una abrumadora gratitud y una profunda necesidad de expresar personalmente su agradecimiento por la ayuda de Jane. Dave entendía que, sin su intervención, podría haber sido víctima de las engañosas artimañas de Helena y Karina y su relación con Abigail habría sido arruinada.
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—Jane, no puedo expresar cuán agradecido estoy por lo que has hecho. Algún día, ciertamente te devolveré este favor. Te debo mucho —dijo, plenamente consciente del inmenso impacto que su apoyo había tenido en su vida y en su relación.
Una sonrisa cálida apareció en los labios de Jane mientras extendía la mano para palpar suavemente el hombro de Dave, sus ojos reflejando sinceridad.
—No necesitas agradecerme ni devolverme el favor —dijo amablemente—. Lo que realmente importa para mí es que cuides bien de mi hermana, la protejas y le brindes felicidad en su vida.
En ese momento en el balcón, las palabras de Jane llevaban un sentimiento sincero. No deseaba nada más que ver a su hermana, Abigail, contenta y segura, y confiaba en la capacidad de Dave para lograrlo.
Dave asintió solemnemente en respuesta, sus ojos reflejando un profundo compromiso y una promesa sincera.
—Me dedicaré a asegurar su felicidad y protegerla con mi vida —afirmó con determinación inquebrantable.
Sus palabras llevaban el peso de su devoción, y quería que Jane supiera cuán serio era respecto a su promesa.
Jane sintió un alivio que la bañó como una ola suave, sabiendo que podía confiar plenamente en Dave para la felicidad de su hermana. Exhaló un suspiro de tranquilidad, su confianza en él firme.
—Gracias, Dave. Ya no tendré que preocuparme por mi hermana —reconoció con sincera gratitud.
Después de un rato, un destello travieso apareció en los ojos de Jane mientras murmuraba con expresión seria:
—Solo hay una cosa más, Dave…
Dave, ansioso por cumplir con sus deseos, se volvió hacia ella con una mirada expectante.
—¿Qué es? —preguntó.
Su curiosidad se despertó, Dave la miró por un momento, esperando su solicitud.
Con un tono juguetón, Jane agregó:
—Tendrás que rehacer tu propuesta de matrimonio. Hazla más romántica, ¿de acuerdo?
Dave se echó a reír con ganas, apreciando su sentido del humor.
—Considéralo hecho, cuñada —prometió, decidido a hacer que su propuesta de matrimonio fuera aún más memorable y romántica para Abigail.
—Perfecto. Puedes pedir ideas a mi padre o buscar en internet, pero esta vez, no le pidas ideas a Hanabi, ¿de acuerdo? —le recordó Jane.
Dave solo pudo reírse con timidez mientras asentía con su cabeza.
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