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Capítulo 618: Nathan le ofreció ayuda

Día Setenta…

~~*****~~

Mientras los suaves rayos de luz matutina se filtraban a través de las cortinas, los ojos de Jane se abrieron lentamente, y fue recibida por la cálida y encantadora sonrisa de Ethan. Una sensación de serenidad la envolvió, y una sonrisa de respuesta floreció suavemente en su rostro. En ese momento, sintió una profunda gratitud por tenerlo en su vida. Ethan era tan vibrante como los rayos del sol de la mañana, añadiendo color a su mundo.

Con un afecto que llenaba su corazón, extendió sus brazos, invitándolo a su abrazo. Era una invitación silenciosa y tierna, una expresión sin palabras de la conexión que compartían.

—¡Buenos días, señorita Jane! —murmuró Ethan suavemente mientras se hundía en sus brazos.

En el capullo de esa mañana, su abrazo simbolizaba la calidez y el consuelo que encontraban en la presencia del otro, un testamento del profundo vínculo que había crecido entre ellos.

—Buenos días, mi pequeño —respondió Jane con afecto, sus dedos acariciando suavemente su cabello.

A pesar del daño que Mónica le había causado, Jane encontraba imposible albergar cualquier animosidad hacia Ethan. Este niño era inocente, una fuente radiante de alegría en su vida. Sintió un inmenso alivio al saber que Ethan no había heredado la maldad de Mónica. En su lugar, había crecido siendo un niño de buen corazón con un alma pura e intachable.

«Pero tarde o temprano, tengo que disculparme con Ethan. No puedo perdonar a su madre. Seguro que voy a matarla. Y pagaré por eso con mi vida. Podría acabar muriendo también», pensó Jane con determinación.

Se había resignado a la posibilidad de su propia muerte en la búsqueda de justicia. Jane había abandonado cualquier esperanza de ganar el corazón de Nathan. Sus interacciones con él la noche anterior fueron un testamento de su resolución. Había decidido no cargar más a Nathan, liberándolo de cualquier obligación o apego.

La tristeza envolvió a Jane, y soportó el peso del dolor en su corazón como una carga inamovible. Nathan había sido el único ocupante de su corazón, el único hombre al que había amado verdaderamente. Sin embargo, su amor seguía siendo un sueño inalcanzable, para siempre fuera de su alcance.

La punzante angustia dentro de ella parecía intensificarse mientras lidiaba con la dura realidad de sus circunstancias. No podía sacudirse esa sensación de indignidad que la seguía como una sombra. Le susurraba cruelmente al oído, diciéndole que no merecía el amor de Nathan.

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—Señorita Jane, ¿está bien? ¿Ocurre algo? —preguntó Ethan al notar la expresión triste en sus ojos.

Jane le dedicó una leve sonrisa, ocultando su tristeza.—Nada. Sólo te extrañaba.

—¡Yo también te extrañé! —respondió Ethan, haciendo un puchero con los labios.

Quería culpar a Bam-Bam por haber puesto a Jane en un profundo sueño durante una semana.

«¡Ahuh! Esa criatura desapareció. No está en ningún lado», pensó Ethan para sí mismo, escaneando la habitación con la mirada en busca de Bam-Bam.

—Por cierto, Ethan —comenzó Jane, con un tono ligero de seriedad—, hay algo que necesito preguntarte relacionado con lo que ocurrió anoche.

Su mente se aferró a este asunto importante como una manera de desviar sus pensamientos de Nathan. Sabía que necesitaba mantener su mente ocupada para alejar a Nathan de sus pensamientos.

—Uhm. Sólo dime —dijo Ethan, enfocado en ella.

Ahora estaba completamente atento a lo que Jane tuviera que decir.

—¿Quiénes son esos hombres que nos secuestraron? —Jane no tenía idea de la identidad de esos hombres.

Se preguntaba si la Mafia Dragón Rojo tenía algo que ver con ello. Anteriormente, esa organización también la había secuestrado cuando aún estaba en coma.

Por otro lado, Ethan parpadeó, confundido.—Realmente no tengo idea —admitió, rascándose la cabeza—. Creo que mi padre podría responder a tu pregunta, señorita Jane. ¿Por qué no le preguntas directamente?

El rostro de Ethan se iluminó con una amplia sonrisa al mencionar a su padre.

No podía evitar recordar la escena conmovedora que había presenciado hace un rato, cuando su padre había besado suavemente a Jane en la frente. Hoy quería ser un puente entre ellos, asegurándose de que pudieran pasar tiempo juntos.

«Suspiro. Pero quiero evitarlo tanto como pueda», Jane murmuró en contemplación silenciosa.

—Primero desayuna —insistió Ethan, tomando suavemente la mano de Jane y guiándola hacia la mesa.

Tanto él como el mayordomo Li habían llevado personalmente su desayuno a la cama, y fue este acto considerado lo que los llevó a atrapar a Nathan en el acto.

—Está bien. Gracias, mi pequeño ángel. —Jane le sostuvo el rostro, pellizcando suavemente su mejilla.

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Ethan observó a Jane mientras desayunaba, su mirada fija en ella. Una vez que terminó, no perdió tiempo y procedió a tomar una rápida ducha, plenamente consciente de que le esperaba un día largo y lleno de acontecimientos.

Desde que recuperó la memoria, había formulado un plan completo, con Helena y Vicente como sus objetivos principales. Su objetivo era claro: reunir pruebas irrefutables que confirmaran la verdadera identidad de Helena como Mónica. Armada con esta prueba, pretendía revelar a todos que Mónica estaba, de hecho, aún viva.

«Vicente… ¿Cuál es tu papel en esto? ¿Cuál es tu conexión con la Mafia de Semental Rey?» Su último recuerdo le mostró que Vicente era quien detuvo a los miembros de la Mafia de Semental Rey de matarla. Tenía un sentimiento persistente sobre la identidad de Vicente.

«¿Está conectado con el Rey? ¿Lo conoce?»

Jane aún estaba perdida en sus pensamientos cuando escuchó un golpe en la puerta.

—Entra.

Jane se dio la vuelta, encontrándose con la mirada de Nathan mientras él entraba en su habitación con paso decidido. Su voz llevaba un tono tranquilo pero inquisitivo mientras se dirigía a ella.

—Ethan mencionó que tenías algo de qué hablar —declaró Nathan, con una actitud tranquila y atenta, listo para escuchar lo que Jane tuviera en mente.

Jane intentó no mostrar emociones innecesarias mientras le planteaba su pregunta a Nathan, con sus ojos clavados en los de él con una seriedad inquebrantable.

—Los hombres que nos secuestraron, ¿los conoces? —preguntó, con una voz firme aunque el tema era grave.

Nathan respondió con una franqueza inquebrantable:

—Son miembros de la Mafia de Semental Rey —declaró con claridad, sus ojos sin apartarse de su rostro mientras evaluaba su reacción.

Y justo como había esperado, vio un atisbo de shock en sus ojos esmeralda.

Esta revelación golpeó a Jane como un rayo, y se encontró momentáneamente aturdida. «Mafia de Semental Rey. ¿Qué los trae aquí? ¿Qué podrían querer de mí?» se preguntó en silencio, su mente acelerada con una avalancha de preguntas y aprensiones.

Mientras estaba dormida, Jane se había visto atrapada en una serie de recuerdos vinculados al Rey Corcel y su líder enigmático. Ahora que había despertado, no podía evitar sentir una mezcla de emociones. La diversión la envolvió al darse cuenta de que la misma organización contra la que había deseado vengarse finalmente había hecho su presencia en el país.

«Esto es lo mejor. No hay necesidad de que los busque. Se están presentando voluntariamente ante mí en bandeja de plata», reflexionó Jane, una siniestra sonrisa que se curvaba en sus labios.

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Cuando Nathan captó un fugaz vistazo de su sonrisa siniestra, un sutil sentido de curiosidad y preocupación se agitó dentro de él. No podía evitar preguntarse sobre las intenciones de Jane y lo que podría estar planeando. Era bien consciente de la búsqueda implacable de Jane en su investigación del líder misterioso de la Mafia de Semental Rey.

Su determinación y la sonrisa enigmática en sus labios le dejaron con una inquietante sensación de anticipación, ya que sabía que ella era capaz de desentrañar secretos y tomar riesgos calculados para lograr sus objetivos. Pero quería unirse a ella en esta misión.

—Puedo ayudarte a localizarlos —ofreció Nathan, extendiendo una mano de ayuda hacia Jane. Estaba genuinamente preocupado por su bienestar y su búsqueda implacable de la Mafia de Semental Rey—. Conozco la ubicación de uno de sus escondites, y mis hombres están monitoreando discretamente sus actividades.

Además, Nathan no podía sacudirse la preocupación que había impregnado su corazón. La salud de Jane era de suma importancia para él, y la presencia de un tumor cerebral demandaba atención inmediata.

En su mente, era crucial que ella priorizara su recuperación y se sometiera al tratamiento necesario. No quería verla esforzarse más en su búsqueda de justicia cuando su propio bienestar estaba en juego.

—Sólo dame su ubicación. No necesitas involucrarte. Me encargaré de ello yo misma. ¿Has olvidado? Soy Phantomflake —rechazó Jane su oferta claramente.

Nathan entrecerró los ojos al escuchar eso. Estaba descontento por su rechazo.

—Deberías enfocarte en tu recuperación. Tu salud necesita atención inmediata —comenzó a argumentar con ella. Su voz era firme y fría.

—No necesito ningún tratamiento. Estoy saludable —declaró Jane.

Nathan cayó en un silencio contemplativo, una realización surgiendo en él. De repente, se volvió claro por qué Jane se había sincerado con Stephen anteriormente sobre su tiempo limitado, mencionando que sólo le quedaban 47 días de vida. Había escuchado su conversación inadvertidamente después de plantar discretamente un dispositivo de escucha en la habitación de Stephen.

En ese momento, había descartado sus palabras como mero sinsentido, creyendo que no tenían un significado real. Ahora, era evidente que Jane había estado completamente consciente de su propia enfermedad todo el tiempo.

—¿Sabes sobre tu enfermedad? Sin embargo, ¿escondiste esto de todos, incluida tu familia? —preguntó Nathan, sus ojos reflejando una mezcla compleja de emociones.

—… —Jane permaneció en silencio.

Fuente: Webnovel.com, actualizado en Novelasya.com

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